v. ukai-san y takeda-sensei

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Mamá dice que comer mucha azúcar le picará los dientes como a esos niños que salen en los comerciales de dentífrico.

Y sin embargo, allí está. Sentada en la acera frente a aquella tienda, conpartiendo caramelos con esos hombres tan simpáticos.

—Así que eres hermana de nuestro pequeño gigante...

Natsu asiente, masticando la golosina con gusto a fresa. El hombre rubio frente a ella tiene cara de malo, pero ha sido él quien la encontró sola en la calle frente al negocio y se ofreció a hacerle compañía mientras aparecía su hermano.

—Y, ¿tu hermano... se te perdió?

El otro hombre es de cabello oscuro, corto y alborotado. Tiene una sonrisa amigable y usa gafas como Tsuki-niisan. Natsu piensa que es buena persona.

—Él volverá en cualquier momento, sensei.

Takeda sonríe aún más y acaricia los cabellos de la niña. Para ser hermana de su alumno, parece tener una confianza en sí misma diferente a la del Hinata mayor.

—Ah, ese enano... —murmura con pesadumbre Ukai y muerde la paleta en su boca. Preferiría un cigarrillo pero no le parece que a sensei le guste que fume frente a la menor.

—¿Nos conoces bien, Natsu-chan?

La pelinaranja asiente. Es obvio, si no los conociera ya les hubiera dado un super-cabezazo y hubiera salido corriendo. Mamá le dijo que no hablara con extraños.

—¡Onii-chan siempre habla de ustedes! ¡Dice que son los adultos más geniales del mundo!

Los ojitos de la niña brillan de emoción, esa que ambos adultos han visto en el número diez de Karasuno muchas veces.

—Oh, no. Tu hermano es genial —afirma Ittetsu—. Jamás había conocido alguien como él. Tiene mucha pasión.

—Mamá dice que onii-chan es un idiota apasionado.

—Eh... S-sí, algo así.

La risa seca de Ukai hace eco en las calles vacías.

—Si hasta su madre piensa así —murmura despacito el entrendor.

—¡Ukai-kun! N-no digas eso —regaña el de lentes.

—Ukai-san, ¿usted me entrenará cuando vaya a Karasuno? Me faltan unos años, p-pero...

Siempre que Natsu ve a su hermano llegar cansado pero con una sonrisa brillante, piensa que su entrenamiento debe ser el mejor que existe. Nunca lo ve dudar de sus sueños. Shouyou dice que es porque allí tiene amigos que lo apoyan, un entrenador bravo como Ukai y una sonrisa amigable como la de Takeda.

—Uh... ¿Por qué querrías que yo te entrene...?

—Onii-chan es feliz con ustedes... A pesar de todo. Onii-chan es feliz cuando habla de Karasuno, ¡yo quiero esa felicidad!

Unas lágrimas asoman en los ojos de Takeda, tiene que aguantarse aunque le tiemble el labio. Se siente conmovido pero si llora asustará a la niña.

—Bueno... Me gustaría ser tu entrenador algún día, niña. Y que me sorprendas como tu hermano, ¡incluso más!

—¡Sí, sí! ¡Yo seré más alta y fuerte que onii-chan!

—¡Tengo que ver eso! —le sigue Keishin y extiende sus manos abiertas a lo que Natsu responde chocandoselas con las suyas, diminutas a comparación.

—Y Takeda-sensei, le prometo que seré la mejor alumna de su clase cuando me tenga allí.

Un par de palmaditas en la cabeza le aseguran a la niña que el mayor le cree.

—¡Uwah, onii-chan está tardando...!

—Quizá deberíamos buscarlo, no me sorprendería que ese cabeza de balón realmente se haya perdido.

En un par de horas Ukai debe cerrar la tienda y ni él ni sensei pueden quedarse allí toda la tarde. Hacía mucho tiempo que el pelinegro no le dedicaba uno de sus días libres y apenas le habían sacado provecho antes de todo aquello.

—Natsu-chan, ¿por dónde fue tu hermano?

Hinata parece pensarlo unos minutos y luego se encoge de hombros.

—Onii-chan solo huyó del gato.

—¿Gato...?

—Hm, sí. El gato malo apareció y saltó sobre onii-chan—asiente, haciendo muecas y moviendo las manos para darle un toque especial a su relato—, entonces el gato hizo ¡nyaa! y onii-chan hizo ¡kyaaa! y salió corriendo...

Las carcajadas estruendosas del rubio no se hicieron esperar mientras sensei solo soltó un suspiro, rendido.

—Ukai-kun, basta...

Natsu sonríe y sigue comiendo su paleta arcoíris.

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—¡Muchas gracias por cuidar a Natsu y perdón por las molestias! —la frente de Shouyou casi toca el suelo por lo pronunciado de su reverencia.

Realmente está agradecido, avergonzado y adolorido. Tiene el rostro lleno de arañazos y lleva a su hermanita de la mano con un agarre suave.

—No ha sido nada, Hinata-kun. ¿Seguro que no quieres que desinfecte tus heridas?

—No se preocupe, Takeda-sensei. Estaré bien.

—¡Yo cuidaré de onii-chan!

—Bien dicho, niña. Ya váyanse Hinata, se hace tarde. Y no faltes al entrenamiento mañana.

Luego de despedirse de los adultos, ambos hermanos emprendieron camino a casa.

—Onii-chan, ¿crees que algún día se casen...?

—¿Uh? ¿Quiénes?

—¡Ukai-san y Takeda-sensei por supuesto! Ellos se casarán algún día, ¿verdad?

—¡U-uwah! ¡¿N-Natsu-chan, qué ideas son esas?!

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N/A: Ups! Esto ya no es un drabble! Quedó muy largo.
Lo siento~

Natsu & OniichanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora