Capítulo 10

1.3K 160 14
                                    

—¿Verno? — dijo Phoebus.

—¿Es un nombre raro? — obseryve su pequeño cejo fruncido.

— No es raro, sino feo. — dijo arrugando su nariz.

—¿Feo? — reí, el sentimiento no era de querer asesinarla, sino que daba ternura. — Phoebus no es un nombre muy bonito que digamos.

— Phoe. — contestó la niña y sus palabras se clavaron en mi mente.

—¿Qué? — dije con el ceño fruncido parando mi caminar.

— Me dicen Phoe. — aclaró la niña parada en su lugar y observándome.

Parpadeé varias veces y seguí caminando por su impulso. La niña se llamaba Phoe y mi padre la había puesto en mi camino por alguna razón que debía descubrir, eso era lo que mi mente estaba procesando en este mismo instante.

— Bien, Phoe. — dije tomando su mano de nuevo. — ¿Sabes algo de tus padres?

— Murieron. — carraspeé por tal respuesta tan seca. — Hace unos meses fue mi cumpleaños y algo sucedió en el edificio dónde mis padres trabajaban, fue algo así como una explosión por unas cosas extrañas.

No parye de caminar pero mi corazón se estrujó. La explosión que habíamos causado cuando tocamos la tierra mortal mató a los padres de una niña pequeña e indefensa, eso me hacía sentir un poco culpable, pues la explosión no había sido necesaria, sólo había sido una aparición para llamar la atención de los ángeles, y había funcionado.

— Pero esas cosas feas ya se fueron, no volverán a atacar a mi hermano, porque él está en lugar seguro, ¿no? — Phoe me observó con sus ojos abiertos.

Asentí con la cabeza dándole una sonrisa sin dientes.

— ¿Tú tienes papás? — los ojos de Phoe me estrujaron.

— No, sólo tengo a mi madre. — respondí con total naturalidad.

—¿Tu padre murió?

— Lo asesinaron. — sonreí a la nada mientras caminaba con la niña tomada de mi mano. — Pero no importa porque lo vengué matando a quien lo mató.

Phoebus paró de repente su caminar y yo me di la vuelta para observar su cara.

— La venganza no es buena. — la cara de la niña hacía un puchero. — ¿Qué ganaste con matar a quien mató a tu padre?

Mi boca se abrió buscando una respuesta y mi ceño se frunció.

— Pues, paz.

— Matar gente no te da paz, atormenta tu mente. — ella ladeó la cabeza. — Miedo.

—¿Qué? — pregunté confundida por su última palabra.

— Tu rostro refleja miedo. — ella enderezó su cabeza. — Mi padre me enseñó una forma de descifrar lo que las personas sienten muy en el fondo. Tú sientes miedo, no sé de qué, pero tienes miedo.

— Tal vez te reflejas. — me puse a su altura. — Yo podría causarte miedo.

— No te tengo miedo. — se río Phoe. — ¿Cómo sería posible tenerle miedo a una persona débil?

—¿Disculpa? — gruñí.

— Eres débil, la muerte de tu padre te dejó con sed de venganza, eso te trajo miedo de algo y el miedo te desconcentra, lo que te convierte en débil. — ella dijo sin temerme un momento. — En cambio yo, perdoné a los asesinos de mis padres. Porque el coraje lo siento yo, no ellos. No me gano nada planeando venganza, en cambio pierdo mi tiempo, tiempo valioso que podría empeñar en disfrutar a quienes todavía están conmigo, como Owen. — su mirada viajó a un lado de mi cabeza y su cara se iluminó. — ¡Helado!

Phoebus salió corriendo hacia el camión lleno de paletas y unas que otras cosas de hielo.

Mi cara se quedó estática, las palabras de Phoebus se clavaban continuamente en mi conciencia. ¿Podía ser posible que una niña pequeña tuviera mejor razonamiento que yo?

Y no era sólo eso, sino que había hablado como un adulto, no como una niña de su edad.

Me levanté de mi posición y observé a Phoebus pedir un helado de chocolate. Me acerqué a ella y vi como de su bolsillo sacaba un poco de cosas de metal para dárselo a quien la atendía.

Phoebus volvió a mí y tomó mi mano incitándome a caminar.

(...)

— Maye. — gruñí titiritando de frío.

— Vaya, prima. Si querías volver a ducharte en el lago me hubieras invitado. — se burló.

—¿Cuál lago? — preguntó Phoe igual de empapada que yo.

— Dijiste que no sabías manejar. — azoté la puerta de la casa mandando un fuerte estruendo por todo el lugar.

— Aprendí en un momento de supervivencia. — se cruzó de brazos.

— Hay lluvia afuera. — dijo Phoebus estornudando.

— ¿En serio? — Maye hizo una cara sorprendida y sin contestar subí las escaleras.

Escuché los pequeños pasos de Phoebus detrás de mí.

— Tenemos que bañarnos para que no nos haga daño. — reclamó la pequeña.

— ¿En serio? — respondí con sarcasmo.

Me dirigí a la ducha y me desnudé en ella. Al meterme a bañar Phoebus entró a la bañera sin preguntar dándome la espalda y dejando a relucir su pequeño lunar en su hombro derecho. Me quedé observándola un par de segundos.

— ¿Qué es? — dije tocando su lunar y acercándome.

— Una marca de nacimiento. — contestó la pequeña.

— Tiene forma de E... — mi ceño quedó fruncido.

— Sí, ninguno de mis familiares lo tenían, era la única en poseerlo y era único y raro según todos los que lo veían. — dijo tomando el shampoo y frotándose su cabeza con él.

Lo analicé un poco más de cerca y en mis ojos se iluminó un recuerdo muy lejano...

— Tú, hija mía, no serás una villana en tu vida. Serás un demonio pacifista, el hecho de que nos tachen como los malos de la historia, no significa que tengas que ser una mala súcubo. — mi padre acarició mi cabeza mientras yo lo observaba desde lo alto.

—¿Y si me hago mala cuando sea grande? — pregunté con inocencia en mi cara.

— Si caes en el camino incorrecto, mandaré una señal para ti... Un ser o una persona. — Asmodeus besó mi coronilla. — Ella será tu guía, y tú tendrás que aprender de ella.

—¿Y cómo sabré qué es? — pregunté abrazando a mi padre siendo diminuta a su lado.

— El ser tendrá una marca en su cuerpo. — Asmodeus señaló la E que tatuaba mi brazo derecho. — Una E que simboliza a Edom y a nuestro reino. — mi padre me elevó en el aire haciéndome chillar emocionada y dejándome a la altura de su cara. — Una E que simboliza la familia Santderic.

Parpadeé varias veces notando que había lágrimas en mis ojos y mi pecho estrujando mi corazón.

— Tienes que prometer, Verno. — dijo mi padre poniéndose a mi altura. — Que jamás caerás en la soberbia y venganza.

— Lo prometo, papi...

Verno, el surgimiento de un demonio (Saga Genus #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora