Bloody Bella

Promesas

Chicas perdondad por la suuuuuuppppeeeerrrrrr tandanza, pero se me han juntado demasiadas cosas: trabajo, acción de gracias, black friday... Pero bueno, como habeís tenido paciencia aquí está vuestra recompensa, nuevo capítulo jaja. Se que en España aún no ha comenzado la Navidad pero para mis seguidoras americanas, felices fiestas :) Gracias por todo, como siempre, besitos a todas y cada una de vosotras.

-¿Que ya has vuelto a casa? ¡Es lo que me faltaba, Bella! Encima con estúpidas bromas-la máscara fría e indiferente perfectamente construida por mi padre, se rompió en mil pedazos en aquel momento. Su grito resonó por la desierta calle en la que se enontraba mi casa.

-¿Qué quieres que diga entonces?-odiaba cuando me trataba de aquella manera y no pude evitar responderle. Sí, había metido la pata en todos los aspectos posibles aquella noche pero eso no significaba que tuviera que hablarme así; o al menos eso pensaba yo. El mal genio de Charlie es algo que ya tenía sumido y que gracias a Dios yo no había heredado. Sí, todo el mundo se enfada de vez en cuando pero mi padre parecía que viviera permanentemente con el ceño fruncido. Se tomaba demasidado en serio las cosas, como si nunca hubiera sido joven, como si no recordara que él hizo las mismas cosas o incluso peores a mi edad.

-¿Pero tu has visto cómo llegas? Tienes muchas preguntas que responder Isabella-volvió a gritarme. Cuando me llamaba por mi nombre completo solo significaba una cosa: el castigo no iba a bajar de medio año. Los gritos de mi padre hicieron que algunos de mis vecinos se despertaran y se asomaran curiosos a sus ventanas, buscando el motivo de aquel alboroto nocturno. Reconocí a la señora Morrison escondida detrás de sus cortinas anticuadas amarillas con flores rosas. Me miraba con sospecha en los ojos. Aparté la mirada rápidamente y me sonrojé.

-Papá, por favor ¿podemos hablar dentro de casa? Se está enterando todo el vecindario-le susurré, suplicándole con la mirada para que aceptara. Sus ojos se achicaron y sus labios se ensancharon en una sonrisa diábolica. Mierda, ¿por qué no se mantener la boca cerrada?

-¿Ahora sí que te importa lo que piensen los demás, no? Tienes diecisiete años Bella, tienes que saber las consecuencias que van a tener las locuras que cometas. Explícame por qué te han traido de vuelta de la excursión, explicame que diablos has hecho-gritó aún más fuerte para que se enteraran todos los espectadores del espectáculo que estábamos dando.

-Yo no hice nada, papá-le contesté, totalmente abochornada.

-Bella, si no hubieras hecho nada seguirías en la acampada-me limité a agachar la cabeza y esperar a que todo acabara.

-¿Qué te han dicho que hice?-pregunté, repentinamente aterrada de que el señor Hilton le hubiera contado que me emborraché.

-Eso no importa ahora, Bella. Lo que importa esque a las tres de la mañana mi hija a aparecido en la puerta de mi casa en ropa interior, descalza, llena de barro y apestando a alcohol y a tabaco. Encima vuelve a casa de una excursión antes de tiempo por saltarse todas y cada una de las normas que esta tenía. Eso es lo que me importa ahora. Ese conjunto de sujetador y shorts no deja nada a la imaginación, además la chaqueta que llevas puesta apesta a hombre-dijo acercándose a mí y pasando su nariz chata por la chaqueta de Edward. Me aparté al instante, enfadada por la dureza de sus palabras.

-No solo tengo a Alice y a Rosalie de amigas, papá. Por si no lo recuerdas Emmet y Jasper son como de la familia, son chicos y huelen a colonia de hombre-le grité.

-Ya lo sé todo, hija. Sé que hicisteis una fiesta, se que bebiste y fumaste, sé que te revolcaste por el barro como si fueses una cerda haciendo posturas obscenas con un tal Edwin. No hace falta que te diga que estás castigada para el resto de tu vida-finalizó mientras me quitaba de las manos la bolsa de viaje. ¿Cerda? Eso ya era pasarse.