Bonus 1

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Creo que es importante aclarar que esto pasó antes, así no se confunden y explotan y allahu akbar okno.

El gif no tiene nada que ver pero... sigo sin superarlo mentiende -shora-

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Trancando la puerta con un fuerte golpe, Kibum, se metió en la habitación de Bernanda irritado.

— ¿Estás loco? —Bernanda se molestó—. Casi partes la puerta.

Otra persona entró en el cuarto. Un hombre catire con enanismo y la barba hasta la barriga. Él sostenía un diminuto cofre rojo en su mano.

— ¡No te servirá esconderte! —le dijo el señor a Kibum con su voz ronca.

Kibum se quejó en un grito.

— ¡Eres un enano muy necio! Ya te dije que no quiero el anillo, no voy a pagártelo —le repitió por veintésima vez.

— ¿Le habías comprado un anillo? —Bernanda le quitó el cofre al enano. Él se acomodó su rubio cabello mientras le echaba el ojo a ella—. No seas estúpido, aún no terminas de intentarlo con Amber.

— Si está con Henry, por mí bien, no tengo problema. Devuelve ese anillo, no me sirve, y tampoco tengo con que pagarlo —decía Kibum.

— ¿Y con que pensabas pagarlo cuando lo compraste? —le preguntó Bernanda.

— ¿Crees que vengo acá de gratis? Las bebidas no se pagan solas. ¡Dale el anillo al enano ese!

— ¡Sr. Darwin para ti, pene pequeño! —el enano buscó ofenderlo.

— ¿Pequeño? —reía—. ¿Cuándo me has visto tú el pene?

— Por la virgen, todos los chinos lo tienen así —mostró su dedo meñique—. Y te he dicho más de mil veces que no hay devoluciones. No es mi culpa que nadie te quiera.

— Voy a hacerte tragarme la verga para que dejes de hablar tantas estupideces.

Kibum lo agarró por el cuello ahorcándolo y Darwin lo golpeaba para liberarse. Bernanda inmediatamente los apartó al ver su pelea de niños.

— Ay, ¿pero, por qué no se calman? Sr. Darwin, salga y espere en las mesas. Le aseguro que no va a haber una devolución, ¿sí?

Dudoso, se marchó, no sin antes dejarle su tarjeta a Bernanda y guiñarle el ojo.

— ¿Tú vas a pagarlo? —Kibum le preguntaba a ella.

— Ni loca.

— Devuélvelo.

— Mira el nombre de la tienda, "No se aceptan devoluciones" —lo repitió silaba por silaba en voz alta—. Usted tiene que cumplir sus responsabilidades y...

Bernanda cogió una de las revistas golpeando con ella a Kibum.

— ¿¡Cómo es eso de que le ibas a proponer matrimonio y no me dijiste nada!? —tiró la revista al suelo.

— Ashh, eso fue antes de conocerte, no valía la pena decírtelo —contestó—. Por favor. Los dos sabemos que se acabó, no me hagas decirlo otra vez.

Él se quitó la camisa sudada y se sirvió un trago en el sillón relajándose.

— Aunque seas mi bebé, no dejare que te comportes como uno con esto. Si piensas en abandonar lo que tanto anhelas, ve olvidándote de mí también...ni siquiera lo pienses —agarró a Kibum por las muñecas levantándolo del sillón—. Yo sé cómo lo pagarás.

One For My Paper HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora