Candy

20 1 0
                                    

Sábado 02 de Abril de 2011

Se suponía que la primavera acababa de comenzar, y debería estar ya en su plena presentación de felicidad, así como dando una demostración de colores y producción propia de una modelo photoshopeada, pero en lugar de eso, la lluvia caía a cubos desde un cielo que no parecía querer mostrar el sol. Llevaban cinco días con el clima en ese estilo.

Candy se encontraba muy apurada terminando unos trabajos para una exposición de tipos de maquillajes y nuevas formas y métodos de aplicaciones, se llevaría a cabo aquella tarde y, siendo nueva en aquel tema, quería poner empeño. Su idea era dejar su trabajo actual y poder empezar con aquel que tanto le gustaba, pero se encontraba nerviosa, Samuel se había dado cuenta de aquello y la había ido a visitar.

-No entiendo, te vez muy preocupada porque todo salga bien, pero al mismo tiempo parece como si no quisieras estar allí- observó el muchacho cuando Candy sacó un paquete con muchos colores de maquillajes en pequeñas muestras.

-¿No te pasa a ti en la escuela?- Contestó Candy cambiando de decisión y volviendo a meterlo todo nuevamente en la maleta.

Conocía a Candy debido a que estudiaban en la misma escuela, aunque ella trabajaba también como recepcionista de medio tiempo en una empresa y los fines de Semana se dedicaba a asistir a seminarios de maquillaje que daba la asociación de cine junto a la universidad que impartía Medios y Comunicación. Samuel no entendía aquella capacidad impresionante de Candy en manejar toda esa presión y responsabilidad.

Y precisamente por eso estaba allí, sabía que ella no reaccionaba jamás de la forma tan errada que lo hacía últimamente. Nerviosa, tronando los dedos, comiéndose las uñas, y escuchando las canciones más tristes de Green Day. Podría ser que la presión llegara a su tope, aunque Samuel lo dudaba, ya llevaba varias semanas de aquella manera.

-¿Y puedo asistir a la exposición?- preguntó Samuel fingiendo interés.

Candy lo observó con una cara que casi parecía la habitual en ella.

-Buen intento, no eres mal mentiroso, pero el tema de la belleza no te interesa en absoluto.

-Candy, te conozco, algo pasa contigo.

-Solo es que estoy muy estresada, casi estoy barajando la posibilidad de dejar aparcados los estudios un tiempo.

-¡Has invertido un año en ello! Se que no lo harías.

-Quien sabe, últimamente las cosas no salen como deberían.

Samuel se quedó pensando, tratando de entender y hacer memoria, y recordó algo que le dio una señal. Aquella vez que había estado saliendo con una amiga muy especial.

Cuando Candy tenía doce años había quedado en ir a una fiesta de pijamas con una amiga de la secundaria. Aquello se había convertido en su primer contacto real con un mundo muy cruel y lleno de gente perversa. La primera gran y violenta decepción de los hombres.

 El padre de su amiga no llegó más allá de simples insinuaciones, pero fue suficiente. Jamás volvió a esa casa, y aunque se le rompió el corazón, jamás volvió a hablar con su amiga después de que su padre reclamara al otro tipo por sus actos. Su amiga sabía que había pasado, y no se sintió ofendida, solo muy dolida.

Cuando Candy tenía 18 años conoció al que sería su primer novio real.

Era guapo, muy, muy guapo, increíblemente atento, detallista, amable, generoso, y también centrado. Siempre le daba su tiempo, y no le exigía nada más que tiempo muy razonable para estar juntos y charlar o ir al cine. El problema es que se acostó con muchas, y  Candy lo supo. Su corazón se rompió por vez segunda.

El Siguiente PasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora