Presente.
Lunes 06 de Enero de 2014
Samuel apareció en la oficina después de su semana de vacaciones. Parecía nuevamente hermético, cosa que sorprendió a Candy, pues antes de irse lo había notado alegre. Tal vez sus vacaciones no habían sido como esperaba.
Samuel estaba estresado, apenas llegó a la oficina fue recibido por un extrañamente puntual Sr. Gómez. Tenía encargos para él, y vaya si eran bastantes. Una pila de hojas de sus estados de cuenta que debía revisar. Aquello lo extrañó.
-Sr. Gómez, ¿no se supone que un contador lleva sus estados?
-Por supuesto, y se supone que mi café debería estar mas ligero. Pero a veces la vida nos saca la vuelta.
-No entiendo.
-Dale una hojeada, si quieres checa primero los resultados mensuales. Si algo ocurre te darás cuenta.
-Muy bien.
-Puedes pedirle a Guillermo que te ayude.
-Claro.
En un mundo donde el Señor Gómez se tomara sus cuentas personales con la misma importancia que las de la empresa, jamás dejaría que un desconocido (o bueno, alguien ajeno a la empresa y su familia mas cercana) echara un vistazo a sus finanzas. Pero en el mundo donde ambos existían, no parecía haber precaución por su parte.
Guillermo apareció diez minutos tarde, como siempre, sin que aquello resultara una gran sorpresa para alguien. Seguía siendo hijo del amigo del gerente.
-Buenos días- Saludó con un volumen lo suficiente alto para que supieran que estaba allí, pero sin el propósito de que le respondieran. De cualquier forma ya sabía en que se había quedado el viernes pasado.
Samuel estaba sentado detrás de su escritorio revisando una pila de papeles, le dirigió un cordial buenos días y una rápida mirada. El corazón de Guillermo se azotó levemente. Luego tomó lugar frente al escritorio de él.
-Guillermo- habló el señor Gómez. Por un segundo Guillermo se preguntó si le hablaba a él, ya que raras veces lo veía y menos aún se dirigía a él para algo en particular- ve con contabilidad y diles que necesito el balance del mes de noviembre.
-Claro.
Dejó lo que estaba haciendo y subió al quinto piso. Se dirigió a la oficina de contabilidad y pidió el informe. Regresaba a la escalera cuando escuchó una voz.
-Guillermo- era Francisco, el chico que no le caía bien- hasta que nos visitas otra vez.
-No siempre necesitan que suba- respondió este por educación.
-¿Será que las cosas han cambiado un poco?- preguntó con malicia.
-No entiendo a que te refieres- Guillermo estaba confundido de verdad.
-La primera semana te mandaban muy a menudo, después ya no subiste ni una sola vez, y ahora estás aquí nuevamente- el tono de su voz parecía estar impregnado de veneno.
-Tengo prisa, ¿tienes algo específico que decirme?
-Solo que coincide con la llegada de vacaciones de Samuel. Me lo he encontrado en el primer piso. Anda muy mal humorado- una sonrisa falsa apareció en su rostro.
-Sigo sin entender- ¿Samuel malhumorado? ¿Tendría algo que ver con él? Por supuesto que no. Que tonto.
Pero si era verdad que ya no lo habían tenido de chico de recados, aunque lo había hecho varias veces al día la primera semana, después apenas salía de la oficina que el Sr. Gómez y Samuel compartían.
