4. Editando recuerdos

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Una casa ruidosa, llena de risas y gritos infantiles.

Ahí es donde se encontraba Liam pasando sus días de vejez. Nada más y nada menos que rodeado de sus nietos. Y es que al haber tenido cuatro hijos maravillosos, estos multiplicaron la familia convirtiéndola en catorce miembros.

Daisy, el miembro de la familia más pequeño, con apenas nueve meses de edad, se la pasa corriendo de lado a otro con su andadera. Esto saca más de una sonrisa al viejo Payne por las travesuras y grandes hazañas que ya su pequeña nieta goza de experimentar a tan corta edad.

—Vamos Daisy—llega Shelby, la hija de en medio de Liam, con su larga melena castaña siendo abatida al tomar a Daysi de la andadera para cargarla—. Ya te toca tu comida.

Liam ríe al ver a su diminuta nieta comenzar a lamerse los labios con disfrute. Es muy golosa, como el tío Niall, piensa Liam.

—Papá, ¿Quieres que te traiga algo de comer?—pregunta su hija mientras acuna a su hija.

—Sí, quizás algo de beber—la mujer asiente ante el pedido de su padre.

Su hija va a la cocina y trae el biberón de su bebé y una lata de ginger-ale para su padre y se sienta en el sofá cerca de él para alimentar a su pequeña hija.

— ¿Qué haces?—ella pregunta a su padre que está sentado en el sofá con una tableta en manos muy entretenido.

—Hago una obra de arte—él comenta riendo y le enseña lo que hace en la tableta a su hija de su obra a medio hacer.

— ¿En Photoshop?—su hija pregunta con diversión, ya que su padre en los tiempos libres se dedica a hacer montajes que terminan siendo muy graciosos por la forma en que están hechos.

Él solamente asiente. Su hija sigue atenta mirando a lo que su padre está haciendo y ahí es cuando descubre que su padre está editando una foto de la banda cuando aún tenía sus cinco integrantes. Daisy mientras tanto está tomando de su biberón en completo silencio.

— ¡Oh! ¿Editas una foto de la banda?—pregunta su hija interesada.

—Sí, pero ya no me sale tan bien como antes—él dice con melancolía, con su dedo índice suspendido en el aire, se puede notar como este tiembla suavemente—. Ahora como me están temblando las manos.

Liam sabía que esto era malo.

Sabía que esto era el inicio de una enfermedad que no tenía cura.

—Si quieres yo puedo ayudarte—su hija lo mira sonriente, tomando la mano de su padre. Ella puede sentir cómo esta tiembla bajo su toque.

Liam asiente con efusividad.

—Gracias, mi niña—él la mira cálidamente como siempre suele mirar a sus seres queridos. Con tanto afecto y cariño. A pesar de que él siempre fue tímido para demostrar con palabras lo que sentía, el que mirara sus ojos podría darse cuenta de ese brillo especial que sobresalía cada vez que está con su familia pero también con sus amigos. Añoraba volver a ver a sus amigos del alma por una vez más en su vida, así como sus amigos querían volver a ver esa chispa de luz en sus ojos.

En ese momento, Daisy parece estar prácticamente dormida, aunque se mantiene bebiendo de su biberón. Sin embargo, segundos después, su nieto de cinco años, Tommy entra corriendo a la sala de estar, gritando y haciendo ruidos de auto mientras carga consigo una camioneta de juguete en sus pequeñas manos. Esa insignificante acción, causa que Daisy se sobresalte y pierda la calma.

Shelby trata de tranquilizar a su hija de nuevo, mientras el pequeño Tommy se acerca su mamá para pedir galletas.

— ¡Galletas!

—No Tommy, has comido tres por ahora. Así que ya no más.

— ¡Pero yo quiero galletas!

—No—su madre niega rotundamente mientras Tommy empuña un puchero.

En eso la carita del pequeño niño se torna feliz y sale corriendo de allí, quizás olvidado el hecho de que quería galletas. O quizás por saber que alguien más podrá bajar las galletas del frasco que está en la encimera.

Mientras tanto, Liam no ha dejado de tratar de seguir haciendo lo suyo. Pero por más quiera, no logra cumplir con su cometido.

Tira un suspiro de frustración.

—Papá, deja eso, ahora te ayudaré—su hija promete—. Solo espera que Daisy termine su biberón y empiece su siesta.

Liam asiente nuevamente mirando a su hija.

—Quiero llevar algo así como un álbum de fotos para que ellos lo vean —dice Liam con una sonrisa soñadora—. Quizá recordemos algo.

Su hija asiente animada.

—Vas a ver que nos quedará divino—su hija le sonríe con calidad. Es tan parecida a su padre.

— ¡Abue!—grita el pequeño Tommy desde la cocina a ver su abuela.

— ¡Qué difícil!—expresa Shelby—. Mientras una trata de que tus hijos no se engorden los abuelos los consienten con todo lo que se les ocurra—menea la cabeza la mujer.

Liam sonríe encogiéndose de hombros.

—Es que los abuelos debemos ser buenos con nuestros nietos.

—Sí como no—exclama Shelby poniendo los ojos y luego riendo.

Act My AgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora