I. El pasado

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Desde que tenía quince años existió una sola idea que nunca abandonó su cabeza: El amor verdadero sólo podía obtenerlo con alguien mayor a él. A esa corta edad idealizó las relaciones de ese tipo, y todo se lo debía a aquel viejo librillo cuyas historias se le atribuían Saikaku Ihara Historias de amor entre samuráis; después de ese vinieron un sinfín de lecturas sobre las relaciones entre hombres en las culturas griega y japonesas. En ambas las relaciones entre un hombre mayor (por lo tanto más sabio) y su joven aprendiz no sólo eran licitas, sino que eran necesarias, motivo de orgullo para el joven elegido.

Siempre quiso ser ese joven, el bello aprendiz inexperto en manos de un hombre maduro y capaz de enseñarle a través de su sabiduría el mundo. Su primera experiencia con alguien mayor a él fue cuando cumplía los dieciocho, con el mejor amigo de su madre.

Tanaka era veinte años más grande que él y no tuvo ningún reparo en llevárselo a la cama hasta que la madre de Tatsuya los descubrió y el supuesto "amante y amigo" salió huyendo temiendo alguna represalia. Aquella primera decepción le dolió más que nada hasta ese momento, pues era joven y no sabía que había cosas que podían herir más.

A los veinte se vio libre del yugo materno y no desaprovechó la oportunidad de seguir buscando quien le ayudara a conocer el mundo. Nunca creyó que tener pareja fuera su única razón de ser, de vivir, por el contrario criticaba a quienes no podían soportar la soledad, pero cuando se interesaba sentimentalmente en alguien no podía evitar que esas personas le llevaran por delante bastantes años.

Era un joven exitoso y con una carrera profesional prometedora, alegre y soñador. Ningún hombre se resistió ante la idea de llevarlo a la cama y de hacerle el favor de transmitirle sus conocimientos. Todas fueron relaciones cortas y de la gran mayoría aceptaba con honestidad estar arrepentido.

Cuando cumplió veintidós creyó enamorarse un hombre elegante que le superaba con dieciocho años, era apuesto y bastante culto, Hiroshi. Tenían tanto en común que cuando supo que aquel hombre perfecto estaba comprometido, simplemente el mundo se derrumbó a sus pies. Estuvieron por dos años juntos, no quiso saber nada más de él y sin dudar aceptó que la empresa para que trabajaba le mandara a estudiar a China.

La distancia le ayudó a superar a Hiroshi, cuando volvió lo hizo con la frente en alto y montón de ilusiones de hacer algo en grande con su vida. Fue a su regreso que lo conoció, que por primera vez se enamoró no de la edad ni de una fingida sabiduría, lo hizo de su corazón noble, de su hermosa mirada y su melódica voz.

Kei tenía los mismos veinticinco años que Tatsuya y de él aprendió más cosas que con cualquier otro de sus amantes anteriores, pero no fue cuando se conocieron ni mucho menos durante su breve relación.

El primero en acercarse fue Kei, fue una simple conversación de compañeros de oficina, luego una invitación por café, después una cena, una salida a un museo, cuando menos se dio cuenta estaban en un día de campo conversando sobre las tonterías de la vida. Conforme se fueron conociendo encontró más y más motivos para querer estar cerca de él, de entablar una sincera amistad, hasta que, sin remedio, el amor nació.

Aun recordaba la noche en que sus anhelos se hicieron realidad, hacía mucho frío y para mantener el calor estaban juntos bajo la misma manta mirando al lago en medio del lugar.

¿Tienes novia, Kei?

Preguntó mientras miraba hacia el lago como si tratara de encontrar algo que no fuera del todo normal, Kei no le contestó de inmediato y eso hizo que los nervios se apoderaran de él.

No ¿Y tú?

No me gustan las chicas.

Contestó con el rostro enrojecido, su corazón latía con tal fuerza que incluso dolía. Kei deslizo con delicadeza su mano derecha hasta cubrir la izquierda de Tatsuya bajo la manta. Esto hizo que su mundo estallara en un millar de colores a su alrededor, tardó varios segundos en comprender que los fuegos artificiales habían dado inicio al mismo tiempo.

¿Te gusta alguien, Tatsuya?

Posiblemente.

Respondió al no sentirse rechazado, el otro se acercó de a poco sus labios hasta su oreja izquierda y se mantuvo en silencio por tortuosos segundos, mientras acariciaba con cariño la mano de Tatsuya, quien cerró los ojos con suavidad aspirando el dulce aroma de su compañero.

—¿Quieres ser mi novio? –

—Sí...

Tatsuya contestó completamente perdido en las atenciones de Kei, el segundo depositó un beso sobre su mejilla y le abrazó, su relación recién comenzada parecía ir del todo bien. Las demostraciones de afecto se hicieron más constantes, pero no llegaban más lejos de besos, abrazos y ligeros toqueteos en zonas prohibidas; ni uno ni otro tenía real interés en llegar más lejos, no porque no lo desearan, sino porque querían aguardar por el momento ideal.

Pasaron varias noches, juntos. Tatsuya recordaba especialmente una en la que se habían declarado su completo amor y aunque sin testigos se habían hecho votos de amor eterno, esa noche estuvieron a punto de hacer el amor, pero Kei dijo no querer arruinar tan bello momento y Tatsuya enamorado vio en ello el acto más noble y dulce que alguien había tenido con él.

Una pelea tonta desató la tragedia, no recordaba el motivo de la discusión, quizá lo había querido olvidar igual que todo lo demás. Lo que nunca logró sacar de su mente fue a Kei besando a un chico en la puerta de su departamento, había ido a arreglar las cosas y fue la dura realidad con lo que se encontró.

—Debí creer los rumores de la oficina. —Su voz sonó cortada por sus lágrimas.

Había escuchado entre sus compañeros que Kei tenía fama de infiel, sus amigos más cercanos se lo advirtieron pero fue hasta ese momento que creyó en todo ello. Al escucharlo Kei soltó al chico con quien se besaba y lo que vino después fue lo más doloroso, tiempo después siguió pensando en que habría preferido que Kei le mintiera, que lo negara, lo habría perdonado.

—Bueno, teniéndome a mí como novio no podías esperar ser el único, deja esas tonterías y únete a nosotros, te aseguro la mejor noche de tu vida. Este chico hace las mejores mamadas de...

Un impulso le llevó a golpear a Kei antes de que siguiera hablando, le vio sangrar del labio y eso le hizo sentir mucho peor.

Vete al demonio, Kei, no quiero verte nunca más.

Los minutos que siguieron a ese desafortunado encuentro son los más confusos de toda su vida, fue consciente de lo que le sucedía al estar a bordo de un avión que iba hasta el otro extremo del país. Había pedido ser transferido a otra sucursal de la empresa y no dudó en partir a las pocas horas de romper con Kei. Esperaba que la distancia fuera la cura ideal como en su momento lo fue con Hiroshi, deseaba que fuese así; pero huir y esconderse del dolor nunca sería la solución.

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¿Ha estado un poco mejor que la primera versión? 

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