IV. En mis sueños

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Desde que Tatsuya tenía memoria había aborrecido las fiestas a gran escala, su mayor problema era el estruendoso sonido que impedía a los asistentes mantener una conversación en toda regla. Sólo recordar como las personas tenían que gritar para hacerse escuchar le irritaba y aun así, ahí estaba en la celebración de su afamado jefe.

Cuando le invitaron creyó que la reunión sería entre miembros destacados de la empresa, empresarios importantes, en su defecto los seres queridos del anfitrión. Se había equivocado por completo, aquel lugar parecía más un antro de perversiones, uno muy elegante, pero no por eso menos "llamativo". El ambiente olía a alcohol, tabaco y sustancias de dudosa procedencia, y las luces multicolores en la oscuridad completaban el cuadro.

La casa de Sugizo era bastante grande, amueblada acorde a su propietario en tonos oscuros y de diseño elegante con un ligero tono de extravagancia. La amplia sala que servía como salón en esta ocasión, estaba llena de una diversidad sorprendente de personajes: desde personas "comunes", algunos con trajes de oficina hasta quienes llevaban más maquillaje que ropa encima.

Tatsuya siempre había respetado la diversidad, podía llamarse partidario a que existiera, pero no podía negar que la primera impresión de esa "reunión" lo dejó descolocado. No era lo que esperaba, no encajaba con su vestimenta entre casual y formal, no encajaba en ninguno de los aspectos de ese lugar, se repitió constantemente mientras descendía por la escalera que lo llevaría con el resto de los invitados.

El anfitrión hacía gala de su don de palabra en medio de un grupo de señoritas y varios caballeros que reaccionaban con entusiasmo a sus relatos. Tatsuya había decidido que asistiría, le daría un obsequio a su jefe, tomaría un trago para después de algunos minutos retirarse con una excusa creíble, ensayó varias en el camino. Pero salir de ese sitio iba a costarle mucho más de lo planeado, Sugizo lo convirtió en su centro de atención desde el primer momento en que el castaño se había acercado a felicitarlo.

Los minutos fueron pasando, las copas lo hicieron casi con la misma velocidad, hizo el amago de irse en múltiples ocasiones, pero cada una de esas fue combatida con un nuevo trago, pretextos sobre personas que debía conocer o algo que debían discutir antes de irse. Cuando quiso darse cuenta estaba lo suficientemente mareado como para no poder caminar con normalidad, Sugizo seguía frente a él, no recordaba en que momento su conversación se había tornado tan íntima. El alto hombre le miraba directamente a los ojos, mientras con su diestra peinaba sus cabellos castaños desordenados, para luego hablarle cada vez más cerca de su cuello.

No recordaba con precisión la propuesta de su jefe, pero sabía que incluía una cama y sus cuerpos desnudos entre las sabanas de ésta. Su visión se nubló en varias ocasiones durante el trayecto a la habitación que correspondía al anfitrión, el rostro borroso de éste mientras le prometía que pasarían la mejor noche de su vida era lo único que recordaría después.

Al principio dudó en si aquello era lo correcto, no por motivos moralistas o por ser consciente de que seguía enamorado de Kei; eso no había sido problema alguno para mantener relaciones sexuales con otros después de su rompimiento con él, pero en esta ocasión acostarse con Sugizo era una manera de golpear el ego de su ex pareja, no lo haría por un deseo real por la persona que se encontraba tirando de sus ropas.

Una voz desconocida llamando al mayor fue lo último de lo que fue plenamente consciente, después de eso cayó profundamente dormido, entonces comenzó a soñar. Era un sueño porque nada de lo que sucedía tenía sentido alguno, la voz de Kei amorosa, suave, dulce y sincera dirigida hacía él no tenía ningún sentido. La manera en que le miraba, la forma que sus manos peinaban su cabello mientras le pedían que aguardará, porque pronto lo llevaría a casa. Definitivamente estaba soñando, un sueño hermoso a diferencia de los de otras noches; y por primera vez no sintió pesar por soñar con el rubio.

Seguía sin entender todo lo que sucedía a su alrededor, pero eso era lo más normal en un sueño. Cuando se dio cuenta estaba con la espalda contra el espejo interno del elevador de su edificio, mientras sus brazos se cruzaban tras el cuello de Kei en forma de un abrazo.

—Que guapo te ves en mis sueños...

El que esa sencilla frase le robará una sonrisa al rubio fue un bálsamo para su alma, llevaba tanto tiempo sin verle así ni siquiera en su imaginación.

—No sabes cuánto daría porque esto fuese real y no un sueño, Kei.

El rubio le ayudó a salir del elevador, después a llegar a su departamento, para finalmente abrir la puerta luego de sacarle las llaves. Mientras eso sucedía pensaba en lo vergonzoso que iba a ser despertar, seguramente Sugizo se burlaría o le recriminaría quedarse en esas condiciones antes de haber llegado a algo más.

Fue cuestión de segundos para que llegarán a la habitación, pero no a la suya, sino a la de Yo-ka, lo que tomó como un síntoma más de que era un sueño. Kei lo recostó sobre la cama, se encargó de quitarle las prendas que le estorbaban como los zapatos y la incómoda chaqueta que llevaba puesta. Lo sintió alejarse ¿tenía intenciones de dejarlo? Se preguntó para luego llamarse tonto, los personajes de un sueño no pensaban, sólo actuaban acordé al inconsciente de cada persona, se dijo al tiempo que apresaba a Kei por el cuello de su camisa.

—No tienes por qué irte, Kei. No me dejes aquí también.

Sus miradas se unieron, lentamente fue cediendo al encanto que la del otro ejercía en él y viceversa. Hasta ese momento cayó en cuenta de que Kei seguía sin decirle nada, quería volver a escuchar esa voz suave y dulce que tanto le gustaba una vez más antes de despertar.

—Dime algo, por favor...

Le suplicó y su ruego dio resultado.

—Este es un sueño muy raro ¿no?

Le preguntó Kei al tiempo que unía sus labios, no llegó a besarle ni Tatsuya forzó el momento se limitó a asentir y a regalarle una de sus típicas sonrisas, una limpia, sincera y en la que podía leerse la ilusión que le provocaba estar así con Kei. Vio a su ex pareja devolverle la sonrisa, segundos después su gesto se tornó serio sin dejar de parecer que le miraba con genuino cariño.

—Tienes que grabarte bien que esto es un sueño Tatsuya...

—Ya lo sé... —respondió con tristeza—, no me lo amargues ahora, quiero que todo esté bien entre tú y yo, al menos aquí.

—Pero no está bien que sigas soñando conmigo, me refiero a que el Kei real... es un cretino, no te merece. Pero tampoco te merece cualquier imbécil, aléjate de Sugizo ¿entiendes? —Tatsuya asintió de nuevo sin poder evitar sonreír por lo absurdo y a la vez tan acertado de su sueño—. Estoy seguro que hay algún chico con todo lo que tú mereces, alguien dulce, amable, fiel y que te respete como el Kei real no supo hacer.

Rompió la cercanía entre ambos a causa de una carcajada que escapó de sus labios, risa que poco a poco derivó en un llanto doloroso.

—¿Crees que no he buscado algo mejor que él? ¡Lo he hecho mil veces! Y ¿sabes qué? Lo sigo amando. —volvió a acercarlo a sus labios y con desesperación los unió en un beso llenó de dolor—. Te amo, Kei... y no voy a dejar de hacerlo pronto, no por mucho que seas un imbécil, no a pesar de todo lo que me duele verte coqueteando con mi propio primo... —su voz se quebró al final, no por lo que había dicho, sino por lo que estaba a punto de pedir—, di que amas, dilo como la última vez que dormimos justos ¿recuerdas?

A su memoria acudió aquel lejano día, cuando envueltos en las sabanas de la cama de Tatsuya se miraban a los ojos y tomados de las manos susurraron contra sus labios un te amo sincero.

—Te amo, Tatsuya...

Susurró el espejismo de Kei justo antes de que el alcohol y el cansancio se apoderaran de su cuerpo. Haría todo lo posible por no olvidar aquel sueño, había sido el más real de todo ese tiempo, se había sentido amado por Kei y vio en él al mismo hombre del que se enamoró años atrás. Deseaba con todas sus fuerzas no despertar.

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¡Feliz Navidad! atrasada xd pero he aquí el capitulo de regalo, que además es uno nuevo en la historia, espero que les guste, no tuve tiempo de editarlo muy bien ;; Aún queda algo de lo que antes había publicado, pero antes quise darles algo nuevo, para que vean porque lado comenzara a avanzar todo. sin más me despido.

Posdata: Si habrá regalo de fin de año :D

Sofía Santiago, México, Estado de México, 27 de diciembre 2016.

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