En el material impreso, Quiroz revela que un “supuesto hombre íntegramente vestido de blanco se embarcaba en los autobuses o “por puesto” en la avenida
El Milagro, justo entre el club Alianza y la estación de servicio
La Calzada
(esa que aún subsiste a la entrada de la Vereda del Lago) para luego desaparecer sin que nadie lo viera bajar de la unidad”.“También se relata allí la amarga experiencia que tuvieron algunos borrachos en el antiguo club Miramar cuando “y que” fueron sorprendidos por la visita del fantasma de Eugene Plumacher, el estadounidense que hace cien años fungía como cónsul en Maracaibo.
Se refresca además la historia de un trío de frailes asesinados que aparecían por el sector Los Haticos; así como la popular leyenda que asegura que en
“El Bajito”
(pintoresco barrio que se ubicaba cerca a la avenida Padilla) continuamente se escuchaban los gritos de un padre que llama a su hijo Bartolo, al cual asesinó con un machete sobre una piragua en pleno Lago”.Quiroz describe que todas estas anécdotas son solo leyendas urbanas. “Y cualquier otra que pudiéramos contar no podría ser tomada más que como eso, como una leyenda, aún por aquellos lectores de mente realmente abierta”. Según el catolicismo, algunos fantasmas son almas del Purgatorio que piden que recen por ellas para alcanzar el Paraíso.