Tu caminar lo llevaban tus pies Que cargaban hollín y carbón Entre tus dedos los guijarros Y la melancolía de tus uñas Huérfanas.
Te traían finamente a saludar Con tu voz tibia y acento sin Dramática humilde y sencillo Como me hizo olvidar la ciudad.
Espigas de trigo que no salían,
De los cerros eran tus cabellos Encerrados en una trenza que Parecía una cascada de sol.
Surgían de ti las sonrisas
Que han perdido los niños
Para hacer piropo a la pequeña Selva de abajaderos y piedras.
De las costuras de tu vestido Nacían las frutas de temporada Que a mordidas se agotaban Como el lucero de la tarde.
Tan mística y callada como el
Encanto de la pequeña selva Encontraste la salida y mi adiós.
Me había perdido en el lugar Natal de esa mujer tan hermosa y Humilde en la pequeña selva.
