Ana estaba angustiada por el examen de física. No había repasado, y se encontraba estresada por ello.
Se pasó las manos con frustración en su rostro y suspiró.
Ella se encontraba sentada en silla con total concentración.- ¿Por qué es tan complicado? - Susurró mirando a su libreta.
- No lo es tanto... -Se escuchó una voz.
Ana levantó la mirada y sonrió.
- No dejes que tu mente vuele como una mariposa. Concéntrate en los signos, y en los números que tienen.
- Es fácil para tí decirlo, Omar. Eres un genio.
El chico sonrió.
-También rompo mi cabeza con ello, no creas que no.
Ana bufó. - Entonces... - dijo mirando su libreta. Alzó sus manos para escribir pero algo le faltaba. Su lápiz.
Ana revisó su cabello amarrado, y nada. Levantó su cuaderno, y nada. Chequeó sus manos (por que sí, a veces ahí estaba) y de igual forma, nada.
- Genial. -Dice ella.
-Ten. -Omar le extiende un lápiz y ella arquea las cejas.
-¿Se acerca el fin del mundo?
El chico une sus cejas con confusión.
- ¿Por qué?
- Has traído un lápiz. Siempre te los olvidas.
El chico sonrió.
-El lápiz especial sólo es para ocasiones y personas especiales.
Dijo y le guiñó un ojo. Ana sonrió y el chico se despidió.
Podía ser él.
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¡Hola, Ana!
Short StoryNecesitar un lápiz y pedírselo prestado a alguien, puede hacer que conozcas a la persona que cambiaría tu mundo por completo con tan sólo sonreír y decir su nombre.