Día 12.

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– Hola, Ana. – Le dijo una voz a sus espaldas de la chica. Ella se quedó estática un momento enfrente de su casillero. ¿Podrá ser el chico misterio que le había estado dejando notas?

Ella se dió la vuelta para encararlo, y un chico de cabello negro con ojos cafés la miraba con una sonrisa. Tenía un pantalón negro y una camisa de cuadros azules.

– Hola, Omar. – Respondió con un poco de nerviosismo. Su corazón estaba latiéndole a mil por hora.

– Pasaba por aquí y me di cuenta de que no traía un lápiz. ¿Tienes uno para que me prestes? – Preguntó un poco dudoso.

Ana levantó las cejas intentando recordar si había cargado uno de repuesto.

Suspiró.

– Me temo que no, Omar. Lo siento.

Él se encogió de hombros.

– No hay problema. ¿Y qué tal todo con Gabriel? – Preguntó. – Ayer los vi mejor. ¿Todo se arregló?

Ana se quedó confundida.

– ¿Como sabes de eso?

– Estaba presente cuando él te gritó.

Podría ser él...

Ana tenía en mente que era Gabriel quien le había estado mandando esas notas. Es decir, había insistido en que ella lo perdonara por medio de las notas, y eso tenía lógica. Pero ahora, ya no estaba tan segura.

– Oh. – Respondió.

–Tengo qué irme. Nos vemos en la clase de química, Ana. – Dijo con una sonrisa y se fue caminando por el enorme pasillo de la escuela.

Ella le dedicó una leve sonrisa.

Todo estaba entre Gabriel quien se había vuelto su mejor amigo, y Omar el chico que le prestaba lápices.

Aunque era un poco raro porque la nota era de alguien que escribía con lápiz.. Y Omar, al parecer carecía de ello.

¡Hola, Ana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora