Capítulo 3

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Carter

Vuelvo a casa después de otro día más en la escuela. Alli debería estar, pero de ha ido a casa de Greenee, así que tengo la casa para mí sola.

Y no sé qué hacer.

Papá y mamá vuelven dentro de poco pero aún tengo tiempo, así que decido ir a la habitación de Alli para ver si hay algo interesante.

Es algo que hago muy a menudo cuando me dejan sola en casa y ella nunca se entera, pero la verdad es que nunca he encontrado nada que sea de valor. Aun así, no sé ni qué busco.

Quiero a Alli un montón, pero a veces creo que oculta algo. Alli no, pero May sí. Es una especie de corazonada estúpida, y cada vez que se la he comentado a Allison ella sólo me ha respondido que May nunca le ocultaría nada.

A May también la quiero mucho, pero cambió desde lo que le sucedió a su hermano, Jason. Él también era el novio de Alli, pero él la dejó un poco antes de...

Miro a la habitación de Allison y todo está igual que esta mañana cuando nos hemos ido, pero aún así entro. No tengo nada mejor que hacer.

En la mesita de madera que hay al lado de su cama hay el libro Orgullo y prejuicio y una foto con May en la que se las ve a las dos radiantes.

Encima de la cama, pegado a la pared tiene un corcho lleno de fotos, horarios, entradas para conciertos y post-its de un montón de colores diferentes. Me acerco a mirar una foto en la que salen Alli, May, Rowan y Greenee y veo que detrás sobre sale algo en lo que nunca me había fijado.

Subo la foto con cuidado y veo una nota verde en la que pone The Raven. Me acerco para observarlo mejor y me doy cuenta de que esa no es la caligrafía de Allison, la suya es mucho más "rápida" y a veces no se entiende lo que pone, mientras que esta es elegante y estirada.

Estoy intentando descifrar si es de alguien que conozco o que me suene, pero oigo a alguien entrando en casa. ¡Al fin llegaron mamá y papá!

— ¡Papá! ¡Mamá!

Bajo corriendo las escaleras, con una gran sonrisa en la cara.

No me gusta demasiado estar sola en casa, así que agradezco mucho cuando llega alguien.

— ¡Hola, Carter! —dice mi madre desde abajo.

— ¿Has estado bien sola? —mi padre.

Estoy a punto de llegar abajo cuando un ruido estruendoso hace que me quede completamente quieta.

Ha sonado como los disparos en las películas, pero mucho más real y mucho más ruidoso.

Se oyen cuadros caer y dos cosas más pesadas, una detrás de la otra.

Cuento hasta diez antes de dar un paso más, para cerciorarme de que no hay nadie y, al llegar al último escalón, me aprieto contra la pared y saco un poco la cabeza para intentar ver algo.

Mi cerebro me advierte de un peligro inminente y bajo la cabeza al momento por instinto justo cuando oigo otro disparo y veo una bala dónde antes estaba mi cara.

Por poquísimo.

El corazón me va a mil, así que decido ir lo más rápido posible hasta la puerta, aunque eso signifique una clara muerte.

Tres, dos, uno... ¡YA!

Me levanto y voy corriendo hasta la puerta cómo si me fuera la vida (es que ME VA la vida), agachada.

Ni tan siquiera miro a la persona (o a las personas) que han disparado. Lo único que veo un segundo antes de cruzar la puerta son dos cuerpos en el suelo. Y me da mucho miedo el haberlos reconocido.

Todo ha ido muy rápido y nada más haber puesto un pie fuera de casa ya vuelvo a oír los disparos, demasiados para tratarse de una sola persona disparando.

¿Ningún vecino va a llamar a la polícia? Supongo que ya lo han hecho, pero aún no deben haber llegado. Espero que sea eso.

Lo primero que me dice mi cerebro (a parte de correr como nunca en mi vida), es sacar el móvil y llamar a Alli.

Sé que siempre estará ahí para mí y sé que me responderá. O eso espero, porque no sé dónde vive Greenee y no quiero estar corriendo mucho más tiempo porque no aguantaré a tal velocidad, eso sin contar que estoy segura de que esas personas que estaban disparando antes me están siguiendo. ¿Porque no hay ni una alma en la calle?

Suena el móvil y sólo puedo rezar para que conteste.

The RavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora