Así pasaron los días y fue hora de lo
más duro, la despedida.
No podía creer que me ‘abandonen’, no
quería que lo hicieran, ¿por qué debían
hacerlo?, entiendo que deben trabajar,
y el viaje es vital para la empresa, pero
estaría SOLA, con la companía de mis
‘tíos’, ni los conocía, no sabía nada
sobre ellos, era atormentador tener
que estar así, no lo soportaría siete
meses.
Nos encontrábamos en casa todavía,
mis padres con sus maletas, yo con
las mias, era horrible ver esta imagen,
mis padres cerrando cada puerta, cada
ventana, poniendo la alarma, de verdad
no quería abandonar mi casa por todo
ese tiempo.
Subimos al auto, no los acompañaría
al aeropuerto, ya que me dejarían
directo en la casa de estas personas.
Mamá: Es aquí- Dijo observando la
casa.
Papá: Sí, este será tu hogar por el
tiempo que dure el viaje.
La casa era enorme, y tan hermosa que
parecía de muñecas.
Bajé del auto con entusiasmo,
mientras mi padre cargaba las valijas y
mi madre tocaba el timbre, lo único
malo que parecía tener esa casa era
que quedaba bastante lejos del
colegio. Unos 40 minutos a pie, pero
nada que un auto no solucionara.
Finalmente abrieron la puerta, y me
encontré con algo que me llamó la
atención, era un joven matrimonio de
unos 25 años, si! , era la famosa
señora Anderson, la cual pensaba que
era una mujer ya entrada en años, pero
no, para mi sorpresa era muy joven.
-Pasa- Dijo Natalie, (Así era su
nombre)
-Es como tu casa- La acompañó
James.
Terminamos de despedirnos de mis
padres, y pasé a que me enseñaran mi
habitación, era hermosa para mi gusto,
paredes rosadas, una gran cama, un
cómodo ropero para guardar mis ropas
y otros objetos, grandes ventanas, era