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Desde un principio, no podía sacármela de la cabeza. Intentara lo que intentara, esa chica siempre encontraba la manera de aparecer en donde sea que yo fuera. Hacía que me diera vuelta la cabeza a una rapidez y fuerza que nunca antes había experimentado, y me dejaba sin energías en el suelo.

La primera vez que la había visto, había sido en las vacaciones. Mi familia entera había decidido ir de vacaciones a un lugar tranquilo, y no se les había ocurrido algo más que una playa llena de gente. No me quejaba, pero sabía que había más opciones.

Mi hermano y su estúpido sueño ser una extraña estrella de rock, había decidido llevarse a su pequeña e inútil banda a la playa para tocar un poco aunque la gente no les ponía nada de atención. Pasan de ellos, no les importaban en absoluto.

Boris, el mejor amigo de mi hermano, se había colado entre mi familia y su banda y estaba molestando constantemente a mi hermano con sus estúpidos chistes malos que sólo él podía entender. Yo,en cambio, me dedicaba a observar atentamente el mar y sus extrañas facetas.

Tranquilo, violento, tranquilo, violento. Las olas venían y se iban, y esa esa mi única comparación o idea de lo que éstas parecían.

-¡Hugo!-Gritan a mi costado, y volteo lentamente para toparme a la novia de mi hermano

En la mano tiene las llaves del auto y una paleta helada, la cual me lanza y tomo en el aire para después mirarla con una ceja arriba.

-¡No seas gruñon y diviertete!-Me grita, y sonrío

-Para empezar, no quería venir-Le digo, y ella niega con la cabeza mientras se acerca

-Nunca sabes cuando encontraras al amor de tu vida, Hugo-Me dice, y se sienta a mi lado

Ella tenía esa mentalidad extraña; esa terquedad de pensar que podías encontrarte al amor de tu vida en cualquier lugar, y debías estar preparado para llamar su atención tal y como ella o él llamo la tuya. El destino mezclado con las almas gemelas, de alguna manera estúpida, era su manera de pensar.

-Me lo has dicho miles de veces, y aún no la encuentro-Le digo, y ella me da varios y ligeros golpecitos en la espalda

-Eres joven, Hugo-La miro, y me sonríe-Aún te hace falta sufrir un poquito para que el amor de tu vida esté presente y te haga feliz-Me dice, y yo simplemente niego con la cabeza y bajo la vista

-No lo creo, pero diré que estoy de acuerdo contigo-Le digo, y ella ríe a carcajadas

Se pone de pie, se sacude la arena y después corre a donde está mi hermano para abrazarlo con fuerza. Para ella, Lucas era el amor de su vida; Lucas, en cambio, pensaba que había perdido al amor de su vida hacía unos años.

Suspiré, sacudí mi cabello y alcé mi vista para toparme con lo más fascinante que podía haber en la playa. Se movía lentamente mientras sostenía a una bebé, y los colores y sensaciones que emanaban de ella eran simplemente llamativos y me hacían mirarla directamente, olvidándome de mi prudencia.

Usa un vestido blanco con esas pequeñas flores amarillas que hacen que su piel clara y cabello rubio se vean aún más llamativos. Ese par de canicas azules como el cielo que estaba sobre nosotros, miraban atentamente al mar y después miraban a aquella bebé que tenía en brazos.

La sacude suavemente, le da un beso en la frente y le empieza a decir cosas que no escucho pero intento leer en sus labios rosados y ligeramente gruesos y hermosos. Habla con tanto cariño y cuidado, que me causa ternura. Como si intentara no decir algo indebido aunque aquella bebé no entendía lo que ella decía, y no quisiera equivocarse por el simple temor de lo que aquella pequeña bebé podía pensar de ella.

HugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora