1 La Llegada

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Año 1955.

Lugar Daegu, capital de la Provincia de Gyeongsang del Norte, Corea del Sur.

Las tropas norcoreanas están invadiendo las principales ciudades del país, entre ellas Daegu, cuya situación es estratégica por su ubicación geográfica, ideal para cuidar los diferentes puntos de acceso a la capital.

El comandante Coronel Jung Hoseok, está al mando de las tropas que se instalarán en dicha ciudad, mientras el resto del ejército norcoreano invade las otras ciudades del país.

En el poblado de Gayan, cercano al rio Nakdong, los soldados norcoreanos comienzan a sacar de sus casas a los pobladores, para tomar sus nombres y poder tener un mejor control de la gente.

Los más ricos han huido hacia Japón o hacia Europa, llevándose con ellos el dinero, por lo que la pobreza en el país es demasiada.

Mucha gente está en la calle, buscando algo de comida en los mercados, aunque en realidad no hay mucha oferta, aún tienen latas y algunos víveres.

En cuanto llega a la ciudad, el comandante Jung ordena que todos los pobladores sean formados en filas frente a él.

Los soldados los separan en filas de hombres, mujeres y niños, y una vez que los tienen ordenados, les colocan una pulsera en la muñeca.

─ ¿Qué haremos con toda esta gente? – Le preguntó el capitán Nam Joon al coronel.

─ Déjalos que regresen a sus casa. Adviérteles que no se pueden quitar las pulseras, so pena de ser fusilados inmediatamente. – Le dijo, mientras se sentaba en su silla, frente al escritorio, en la oficina del gobernador de Daegu el cuál, por desgracia, fue asesinado cuando se opuso a la entrada de las tropas.

─ ¿Los dejarás seguir con su vida normal? – Preguntó Incrédulo el capitán Kim.

─ Por ahora, no podemos modificar su modo de vida. Primero tenemos que esperar a que el General Bang se adjudique el nombramiento de Presidente del país y luego, él decidirá lo que se hará en cada una de las poblaciones.

─ Ok, entonces... los enviaré a su casa. – Y salió de la oficina.

Hoseok se acomodó en su silla mientras escuchaba una hermosa canción que sonaba a través de un tocadiscos que estaba en la oficina.

Cerró sus ojos, pensando en su familia que se había quedado en Norcorea.

No los había visto desde hacía muchos años, debido a que, de acuerdo al gobierno comunista, ellos se dedicaban a sembrar y cuidar los animales de granja, produciendo alimentos para el resto de la población, mientras que él estaba en el ejército, peleando por su país.

─ Me gustaría probar una de tus deliciosas cenas, Omma. – Murmuró en voz alta, recordando la comida hecha en casa, con ese típico sabor de hogar.

De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por Nam Joon quién llegó arrastrando a un chico muy delgado y muy joven quién forcejeaba con el hombre, sin lograr que lo soltara.

─ ¿Qué sucede? – Preguntó el mayor, mirando al chico que se había quedado parado en el centro de la oficina, con la mirada furiosa.

─ Éste... mocoso. Se niega a utilizar la pulsera. – Le dijo al mayor.

Hoseok se acercó al muchacho y lo miró fijamente a los ojos, siendo su mirada sostenida por el menor.

─ ¿Cómo te llamas, muchacho? – Le preguntó.

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