Sonaba la alarma de las cuatro de la mañana. Alguien despertaba. Se colocaba los calcetines. Caminaba rápidamente con unos zapatos blancos por uno de los pasillos del internado. Se observó al espejo, su tez trigueña, su cabello ondeado y esponjoso se notaba en el pequeño espejo.
-Buenos días señorita Doris –
-Muy buenos días Carmen-
Ella saludaba a aquella mujer de limpieza llamada Carmen.
Se acomodó la bata de enfermera que tenía puesto y empezó a tocar puerta por puerta de los internados en el pabellón A.
-Es hora de levantarse, ¡Levántense!-
Su voz hacía que cada uno de los internos se empezaran a levantarse, pero Amanda aún estaba en cama.
Sostenía la mirada hacia la ventana y pensaba demasiadas cosas. Era apenas su primer día en aquel internado y tenía miedo de adaptarse a aquel lugar.
-Amanda es hora del desayuno-
Dijo Doris
-Enseguida salgo-
Contestó ella
En cuanto a Arthur, él ya estaba despierto. Estaba mirándose al espejo repitiéndose aquellas palabras:
-Se tú, se tú, se tú, se tú...-
Luego era el turno de su meditación de cada mañana. Doris notó que él no salía de su cuarto, solo lo observaba de la puerta mientras él estaba en completo silencio meditando y fuera de aquel mundo que lo mantenía mal.
Doris salió de la habitación y caminó hacia las demás habitaciones hasta que todos salieran.
Arthur no dejaba de pensar en su madre y su hermana, aún no comprendían lo que ambas le hicieron. Él ya había logrado dar aquel primer paso que no había podido hacer, pero su madre lo engaño. A veces confiamos demasiado en alguien que creemos que todo es tan verdadero y posible, pero la realidad no siempre es así.
Sonaban ramas romperse. Caían hojas de los árboles. Una respiración se escuchaba a lo lejos. Era Arthur que corría en aquel mundo suyo creado para sentirse libre y en paz de lo demás.
-¡Hola!-
Exclamó Arthur, haciendo que su voz se expanda en un enorme eco
-¡Hola!-
Volvió a exclamar
Pero nadie contestaba.
Él solo necesitaba hablar con alguien que no le mintiera, que no lo lastime, que no sea real.
-¿Hola?-
Se escuchaba en eco a lo lejos una voz de un chico
El rostro de Arthur cambió al saber que finalmente alguien había respondido su llamado
-¡¿En dónde estás?!-
Exclamó Arthur, mientras giraba a todos lados para poder saber a dónde dirigirse
-¡Cerca de un lago!-
Dijo el chico
Arthur empezó a sentir de dónde venía aquella voz y corrió hacia aquel lugar. Corrió y corrió pero no encontraba ningún lago.
-¡No encuentro ningún lago!-
Exclamó
Pero aquel chico había dejado de responder
Arthur empezó a correr en busca de aquel lago, pero no había rastro de algún lago
-¡¿Hola?, Aún estas ahí?!-
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PERFECTAMENTE IMPERFECTOS
RandomAVISO: Esta historia es diferente a todas pero con vidas iguales a las nuestras o a las personas que conocemos. Aquí descubrirás que la perfección es solo una palabra más. ...