Elena:
Me desperté a las 5.AM debido a tres razones:
1- Los gritos desesperados de Monse.
2- Los estúpidos rayos de sol, ¿Cómo se me pudo olvidar dejar la cortina abierta?
Y
3- La maldita alarma.
Me levanté de mala gana, ya que odio despertarme así, voy al baño para hacer mis necesi... ¿¡Un momento!? ¡Monse, Algo le pasa a mi Monse! Como suelo dormir en ropa interior me coloqué una bata y me la amarré mientras salía de la habitación, yo la veo a mitad del pasillo, de espaldas, ha dejado de gritar pero solloza levemente. ¿Qué diablos pasó aquí? Me acerco lentamente a ella y le toco él hombro.
-Monse, hey, ¿estás bien?- pregunto algo preocupada.
-Sí, pasa que me pare a buscar mis zapatos, los cuales deje en la sala y pise en falso, me doble él pie y me partí una uña.- dice hipando. Su pie se veía realmente hinchado y de su uña brotaba sangre, para mí no es la gran cosa, ya que he visto cosas peores, pero incluso pegarse por el dedo pequeño del pie duele como el Diablo.
-Joder. Vamos al baño y allí te curare- digo y me la llevo arrastrada al baño de mi habitación.
-¡Ay!- se queja. Y dejo de arrastrarla.
-¿Qué pasa? ¿Todo bien?- pregunto preocupada.
-¡No! Soy demasiado fabulosa para que me arrastren.-dice y yo coloco los ojos en blanco.
-Pues tómalo o nada cariño. No te voy a cargar.- le digo obvia.
-Ush, bueno. -dice y la sigo arrastrando. Llegamos al baño y la siento en él inodoro. Busco el botiquín, saco el alcohol, una venda y una crema para desinflamar. –¡Apúrate!- dijo Monse.
-Te esperas querida, no te morirás si yo antes me lavo los dientes- dije buscando mi cepillo.
-¡¿Qué?! ¡¿Me dejaras así?!- dijo ella molesta, yo asentí mientras me cepillaba y lavaba mi cara. Al terminar me sequé y fui de nuevo a donde Monse. -En serio eres cruel-.
-Lo siento, necesitaba hacerlo- dije. Destapé el alcohol y con cuidado trato de echarle un poco en la uña para desinfectar y parar la sangre, pero un grito hizo que le cayera un gran chorro.
-¡Llegue yo!- gritó una voz femenina desde abajo, aquí siempre entraban como si fuera su casa, no tengo puerta. Es un ascensor, claro no todos entran, solo el vigilante sabe a quién dejar pasar.
-¡Maldita sea! ¡AY!- grita Monse, debido a que una gran cantidad de alcohol cayó en su dedo malo. Ouch.
-¿Quién?- digo volteando hacia la puerta mientras Monse maldecía de mil maneras.
-¡Pues yo! Duh- dice desde abajo, allí es cuando reconozco la voz. ¡Leela! Ella es de pelo castaño de ondas algo largo, ojos avellanas. No muy alta ni muy baja. De piel pálida, parece una ovejita y es punk rock, según ella, claro. Para mí, es una chica muy rara y estresante, pero la amo.
Monse:
Elena bajó y me dejó sola ¡bah! Y yo que pensaba que me iba a curar, si primero se cepillo ¿Que podría esperar? Como pude me limpié, fue muy doloroso, me eché esa crema rara que había sacado Elena, no tenía la puta idea de cómo vendarme la herida, no tuve más opción que buscar en ese botiquín y colocarme tres curitas y Boom, como nueva. Tenía puesto unos shorts, una camisa azul, y las sandalias, mis rizos estaban sueltos y no me eché maquillaje. Para que, ¿si voy a la escuela no más?
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Familia Inusual.
De TodoSipnosis ¿Quien dijo que una adolescente no puede cuidar a otra adolescente? Esta historia demuestra lo inusual que es, lo complicado, estresante y lo divertido que puede ser. Si es de manera legal nadie puede impedir lo contrario. Monse Williams. T...