Seis

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Probablemente eran las 6:00 am cuando desperté, lo supe porque el sol aún no salía completamente. Suspiré al darme cuenta de que nada de lo ocurrido anterior había sido un sueño.

*Mamá* una vez más ella estaba presente en mis pensamientos. Posiblemente no ha dormido, posiblemente aún esta buscándome, rota por dentro.

-Mamá- susurré para mi sola mientras las lágrimas caían.

Abracé la almohada deseando no estar ahí mientras gritaba su nombre, mientras mi corazón se partía cada vez en pedazos más pequeños.

Miré la ventana hasta que el sol salió, sentía mis ojos arder, escuché unas voces detrás de una de las paredes, me puse de pie y caminé lentamente hacia ella, llegué al límite de la cadena y me senté, me estiré hasta recargar la cabeza en la pared.

-El domingo vienen por ella- dijo la voz del hombre que había estado ahí la noche anterior.

¿Venir? ¿Quién? Y ¿por quién? ¿por mí?

-¿Cuánto nos darán?- dijo una voz un poco más aguda que me parecía familiar.

-Lo suficiente como para que me pagues y te largues de aquí- dijo el hombre.

-¿Qué van a hacer con ella?- preguntó una vez más la segunda voz.

-Ese no es nuestro problema, se la llevan y ya no es asunto nuestro, siempre ha sido así.

*Siempre* -No soy la primera- pensé.

-Venir por mí- susurré para mí misma.

Todo era claro en ese momento, al menos que hubiera otra *ella* en la mismo lugar que yo estaba, no sería yo. Todo era claro, nunca planearon regresarme a casa, la cantidad no se compraba a lo que las otras personas le darían, ¿Me prostituirían? ¿Venderían mis órganos? Cualquiera era posible, aunque la venta de órganos podría ser más costosa, la prostitución sería un negocio de mayor tiempo, por lo que se estaría recibiendo dinero constantemente, más aun si yo era virgen. Debía encontrar una forma de salir, en ese momento creía en los milagros.

-¿Dónde está?- preguntó el segundo hombre.

-Ese no es asunto tuyo.- contestó el primer hombre.- Deberías irte, debe comer algo y no puede verte ni oírte.

Rápidamente me puse de pie cuidadosamente y caminé despacio, mientras lo hacía, escuché de nuevo las voces, pero no me fue posible en ese momento escuchar, así que seguí, me acosté en el suelo donde había dormido, e coloqué la sabana, abracé la almohada mientras pensaba en una solución.

-¡Vamos Laura piensa!- gritaba mi subconsciente.

-Podría seducirlo- pensé. ¿Pero cómo iba a hacer eso? Apenas tengo 15 años, nunca he tenido un novio. Aun así era un hombre y según mis amigas no se necesitaba mucho para seducir a uno. Pero tenía que encontrar la manera de salir de que me sacara de la habitación y no creí eso muy probable.

-Podrías fingir que estas enferma- otra idea vino a mí.

Pero tenía que encontrar la manera de tener fiebre, y eso no era posible en una habitación donde lo único que tenía era una almohada y una sábana.

Escuché el abrir de la puerta, y cerré mis ojos simulando dormir.


ATRAPADA ||PAUSADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora