Trece

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Estaba en casa, todo había sido un sueño.
Bajé las escaleras en busca de mamá, estaba en la cocina y yo también. No entendía nada, no en el primer momento ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Cómo era eso posible? Le di un beso en la mejilla, bueno, yo no. ¡Mi otro yo!

Estuve o estuvo, ni siquiera sé como decirlo, abrazando a mamá y luego me fui. Mi otro yo se fue.

Observé a mamá preparar su desayuno, limpiando la casa, ella entraba a su trabajo a las 9:00 am ¿Cómo es que nunca me percaté de todo lo que hacía en la mañana?

La observé todo lo que pude, la vi de aquí para allá y de allá para acá. Pero hubo un momento, un solo momento que no puedo olvidar, ella arreglandose, mirándose en el espejo mientras cambiaba de atuendo, maquillandose y viéndose hermosa.
Así es, mi mamá es hermosa.

Ni si quiera me percaté de que Esteban llevaba horas en la casa. A las ocho cuarenta mamá se fue con Esteban, como de costumbre a trabajar.

Y yo me quedé ahí, en la cama, llorando y reflexionando como había pasado todo esto, como es que estaba ahí. Entonces lo supe, supe que había una razón para estar de vuelta.

Advertirme, advertirme de no salir y quedarme en casa.

Ahora esa era mi misión.

ATRAPADA ||PAUSADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora