El lunes por la mañana, el instituto de Clinton era un hervidero de emociones. El concierto de Adrian Hale era la noticia del día. La gran mayoría de las chicas había ido, tras la sorprendente noticia que la gran estrella mundial incluía el pequeño y remoto pueblo de Clinton en su gira. Algunas incluso aseguraban haberse cruzado con él y lo intentaban demostrar con fotos que a la vista saltaba que estaban truncadas, pero despertaban la envidia de unas cuantas dudosas.
En el último curso no se hablaba de otra cosa. Había algunas chicas que venían afónicas de tanto gritarle a su ídolo, incluso alguna parecía no haberse recuperado aún y ni siquiera se había presentado en clase.
Cuando Kailin entró en clase, como siempre la última, el grupo de chicas "guays" del instituto le bloqueaba el paso hasta su mesa.
-Os juro que me miró –aseguraba Ashley, rodeada como siempre de su séquito de admiradoras que soñaban con ser como ella o al menos pertenecer a su selecto grupo-. Estaba en primera fila y me miró mientras cantaba "I am yours".
Las demás dejaron escapar un gritito de emoción. Kailin puso los ojos en blanco. Eran como corderitos, si seguían a aquella Barbie y perdían su personalidad propia para parecerse más a ella, ¿cómo no iban a idolatrar a Adrian Hale?
-¿Puedo pasar? –masculló de malos modos, golpeando con el hombro a una de las súbditas de Ashley para abrirse camino, que se giró para mirarla con desprecio, efecto que siempre causaba en aquel dichoso grupito, por no ser como ellas. Al menos ahora tenía el suficiente valor para que esto no le afectara.
Las ignoró y se sentó junto a su mejor amiga en su sitio de siempre, que parecía emocionada. Otra fan de Adrian Hale, aunque era bastante más moderada que la mayoría. O eso pensaba Kailin hasta que la saludó con un "Hola" que apenas se escuchó de tan tocadas que debía tener las cuerdas vocales.
-¿Conseguiste algo gritando como una histérica? –le dijo a modo de saludo sacando las cosas de su mochila-. ¿A ti también te miró? –se burló sin maldad, intentando que Sue bajara al mundo real de una vez.
-¡Fue genial! –exclamó Sue, ignorando las burlas su amiga, anti-Hale declarada desde siempre-. Deberías haberle visto, es aún más guapo en persona. Y sus canciones son... -dejó escapar un suspiro dramático.
-Seguramente no las escriba ni él –dijo Kailin encogiéndose de hombros-. No las veo diferentes de todas las demás. "Oh, amor, ¿cómo has podido hacerme esto?", bla bla bla... -cantó intentando imitar los gestos, muchas veces exagerados, de Adrian Hale sobre el escenario. Su hermana pequeña le hacía tragarse sus videoclips varias veces al día.
Sue dejó escapar una risita divertida sin poder evitarlo. Al menos Kailin tenía gracia metiéndose con el cantante del momento, no como la mayoría, que se dedicaba a soltar descalificativos sin ton ni son. Y había que reconocer que a veces llevaba razón, y así la dejaba sin argumentos a veces.
-¡Pero está muy bueno! –se defendió cruzándose de brazos como una niña pequeña enfurruñada.
-Sólo es una cara bonita que canta canciones iguales a todos los demás –insistió Kailin mirando su móvil-. Un guaperas sin cerebro ni ideas propias. Creo que haría buena pareja con ella –dijo señalando con la cabeza a Ashley.
-¡No fastidies! –exclamó Sue-. ¿Y tú qué? Estás enamorada de un tío que ni conoces.
-Eso no es cierto –se defendió Kailin soltando el móvil frustrada-. Sólo me divierto hablando con él.
-¿Por qué no quedas con él? Lleváis meses chateando a diario. Y se te ve más coladita de lo que te crees –añadió dándole un codazo en las costillas.
-¿Y si es un maníaco? ¿O un viejo verde? –repuso Kailin-. Rompería la magia. ¿Y si no le gusto? –preguntó descubriéndose al fin, muy a su pesar.
Habían pasado más de tres meses desde que encontrara a aquel misterioso chico en un chat de Internet. Un Nick gracioso y un par de privados hicieron el resto. Cada día hablaban, durante horas, pero ninguno de los dos había dado el paso de enviar una foto, ni siquiera de dar su nombre verdadero, ni tampoco había presionado para que eso cambiara.
No obstante, la confianza creada entre los dos desconocidos era plausible. Habían hablado de temas personales. Sabía que tenía 19 años, que, debido a su trabajo, viajaba mucho, por lo que apenas tenía amigos de verdad y se sentía solo, pero a pesar de eso siempre encontraba un rato para chatear con ella a diario, al menos hasta entonces...
No habían hablado de amor, pero los flirteos eran más que evidentes cuando se despedía de ella con un "Buenas noches, princesa" o sorprendiéndola con un poema.
Kailin estaba segura que el hechizo se rompería si rompieran la barrera del anonimato. Después de todo, ni siquiera se había atrevido a ponerle cara, pero estaba segura que él esperaría a una chica preciosa, no a alguien como ella.
Y es que nunca había gustado a nadie. Bajita, aún sin desarrollar a pesar de tener 16 años, no ayudaban nada su pelo castaño medio, o como ella decía, color rata, y su color de ojos extremadamente extraño que tantas humillaciones le habían provocado desde pequeña, y que desde que empezó el instituto cubría con un par de lentillas marrones y unas gafas de pasta. Y como puntilla final, su anticuada madre se empeñaba en continuar comprándole la ropa.
-No digas tonterías –la reprendió Sue dándole una palmada en la espalda.
Kailin dejó escapar un suspiro mirando de nuevo el móvil, a la espera de una actualización que no llegaría. ¿Y si ya se había cansado de hablar con ella? Ya hacía casi dos días, todo un récord, que "Iamonlymine" no le dedicaba una sola palabra, desde aquel "hablamos después" del sábado por la noche.
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Sólo mío [Próximamente editada]
JugendliteraturAdrian, un cantante mundialmente famoso, con mal carácter, fruto del cansancio que siempre le digan qué hacer y cómo ser. Kailin, una adolescente normal que nunca ha destacado en nada y anti-adrian declarada. Un chat, meses de conversaciones íntimas...