Capítulo 22 Una Noche Inolvidable

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Después de un momento necesitaba oxígeno, por lo que me separé pero sin dejar gran distancia. Nuestras narices se rozaban una con la otra, la respiración de ambos era bastante pesada y mi corazón se podía comparar al de un caballo

-Te perdono y te pido perdón por decírtelo así- le conteste a lo que ella sonrió

-No importa. Disfrutemos el momento- me dijo ella

-¿Cómo fue que entraste?-

-Me cedieron el paso-

-¿Sin condiciones?- le pregunté extrañado

-Eso no importa. Traje galletas y chocolate, te van a gustar- me dijo con su enorme sonrisa.

Ella no me quería hablar sobre como la dejaron pasar, pero antes de que yo hiciera un gran interrogatorio, preferí disfrutar el momento con Alicia, ya habría otra oportunidad para que me dijera.

Ambos conversamos sin parar, sobre las cosas que haríamos si salíamos de allí. Ella parecía completamente feliz, aunque había algo en sus ojos que no lograba distinguir. Nos acostamos boca arriba en la angosta cama. Ella se acostó sobre mí, mientras yo la sujetaba de la cintura para que no cayera al suelo

-¿Sabes que nos perdimos nuestro acto de grado?- le dije mientras mirábamos el blanco techo

-Si. Es una pena, en verdad quería ir. De seguro Katerine si fue-

-¿Recuerdas la última vez que estuvimos en esta posición?- le pregunté, a lo que ella guardó silencio y vi rodar una lágrima que terminaba de caer por el lado de su mejilla

-Fue en una tina de la casa de los Jones. Antes de que nos dejáramos de ver-

-Cuando salgamos de aquí, vamos a un lugar apartado, solo tú y yo, donde podamos recuperar nuestro tiempo perdido y relajarnos un rato, al aire libre para olvidarnos de todo esto-

-Me gusta la idea- me dijo para voltearse con cuidado, dedicarme un suave beso y luego regresar a su posición anterior

Quedamos en silencio por un tiempo, era como si en medio de ese silencio nos dijéramos todo, se sentía muy bien y ligero, era completamente pasible. Estaba seguro de que ella podía sentir mi corazón latir, esta vez tenía un ritmo no muy rápido pero aún era fuerte, su espalda sobre mi pecho me calmaba, no quería que un momento así terminara.

Recordé algo importante, por lo que la levanté por un momento, mientras ella me miraba extrañada. Tenía mejores planes para hacer esto, pero no quería perder más tiempo valioso, nunca se sabe cuándo todo acabará.

-No te muevas de allí- le dije.

Estaba demasiado nervioso, tanto que creía que arrollaría todas las palabras, tenía miedo, pánico y curiosidad al mismo tiempo, solo debía respirar. No sé cómo hacen los actores para que esto parezca tan fácil

Me hinqué en una rodilla, saqué el brazalete de plata que mi madre me había regalado un día antes de mi aniversario con Alicia y la miré a los ojos, su rostro de confusión me preocupaba, pero aun así lo haría ya estaba listo

-Alicia Morales. Mi Amada Cenicienta. Sé que no es lo que esperabas y mucho menos en un lugar como este, pero aun así lo diré. ¿Quisieras ser mi compañera fiel y ayuda idónea para toda la vida? ¿Te casarías conmigo?- le dije arrollando la última pregunta, ya que tenía el corazón a mil

Alicia empezó a derramar algunas lágrimas, no sabía si era algo bueno o malo, pero el suspenso me estaba matando. Ella se limpió sus lágrimas y asintió con la cabeza

-Si- ella sonrió un poco y siguió llorando, mientras yo le colocaba el brazalete y la abrazaba

Por un lado me sentía extremadamente feliz de que haya aceptado, pero por otro, me tenía preocupado, ya que cuando la abracé sentí algo en ella que no logré descifrar

-Pensé que no lloraría en este momento, pero me equivoqué- dijo ella parando sus lágrimas y sonriendo

-Y ¿por qué lloras?- le pregunté aun preocupado a lo que ella pareció tragar grueso para poder hablar

-Porque estoy feliz. Por cierto ¿de dónde sacaste el brazalete?- dijo mientras regresábamos a nuestra posición anterior. Su respuesta me reconfortó un poco, pero aun sentía que ocultaba algo. Alicia no era de llorar tan fácil y sin importar de cuanto le decía que no se bloqueara siempre lo hacia

-Lo cargaba conmigo el día que nos trajeron. Era de mi madre. Mi padre se lo dio cuando le pidió matrimonio y pues ella me lo dio para dártelo a ti en compromiso. De hecho ella quería que fuera el día de nuestro aniversario, solo que tenía algo planeado para este momento, pero debido a las circunstancias no se pudo dar-

-¿Cómo conseguiste que te lo dieran hoy?-

-Le dije a quién me vigila y este sin preguntar me lo dio. Lo decidí hacer hoy, porque descubrí que no sé cuándo será la última vez que te vea- le dije a lo que pareció tensarse al escuchar la última frase y para recostarnos en la cama de metal de la misma manera que antes

-Entonces ya me tienes asegurada- me dijo para colocar su mano sobre la mía

Le besé el cuello y ella me aferró un poco más a su cuerpo. Cuando desperté ella ya no estaba. Nunca en mi vida me había quedado tan profundamente dormido como para no sentir cuando un peso se me quitase de encima mientras dormía. Miré a la mesa y las cosas aún seguían allí, pero también estaba el pequeño collar de conchas marinas que le había regalado. Supuse que se le había quedado

De pronto la puerta se abre, pensé que era el desayuno, pero no. Eran los dos hombres de traje que venían con ropa doblada en sus brazos y la cadena que Alicia me regaló en el aniversario

-Señor Jackson. Arréglese, vístase y tome sus cosas- me dijo el menos amable a lo que obedecí.

Una vez listo, tomé el collar de conchas marinas y lo guardé en la ropa nueva que me habían dado. Era bastante cómoda, una camisa con un suéter de capucha, unos zapatos deportivos y un pantalón jean.

-Acompáñenos- habló el mismo hombre

No tenía ni la menor idea de a donde me llevaban, pero tenía la impresión que Alicia estaría esperándome en el lugar donde me llevaban

Me subieron a un auto hasta llegar a una especie de aeropuerto privado. Me bajé del auto y vi el gran avión blanco de Edrick Lee. Me preocupe, por lo que volteé a observar a los hombres y ambos me sonrieron amablemente, dándome un poco de calma

-¿Dónde está Alicia?- pregunté con esperanzas de que me dijeran que estaba en el avión

El hombre que me custodiaba me miró detenidamente para luego sonreír y estrechando su mano a lo que accedí

-Fue un gusto conocerte Jackson. Eres libre ahora- me dijo con una gran sonrisa

-Gracias, igualmente pero ¿y Alicia?- le dije y él solo disminuyó un poco la sonrisa

-Solo sube al avión, chico- me respondió el hombre dando un paso hacia adelante y quedando de mi lado, dándome la espalda y colocando su mano derecha en mi hombro derecho

Me extraña la repentina libertad, pero dentro de mí me decía que algo no estaba bien, mi intención era irme con Alicia. Cuando escuché eso, creí que ella ya estaba allí dentro, así que subí, con la sola esperanza de verla.

Era nuestro día, nuestro momento. Al fin saldríamos de este lugar y regresaríamos a Colombia, veríamos a nuestros familiares de nuevo y nos casaríamos. Yo mantenía el collar de conchas marinas en mi mano. Cada paso que daba dentro del avión era una victoria o un gran salto. Mi corazón latía fuerte y rápido, apenas viera el rostro de Alicia, no dudaría en besarla. Estaba muy emocionado, quería correr pero al mismo tiempo avanzar despacio para disfrutar el momento. Todo era como una extraña ilusión.

Todos mis recuerdos con Alicia me vinieron a la mente, desde la primera vez que la vi, cada cita, aniversario, discusiones que logramos resolver, el día del secuestro, todo el tiempo que hablamos al estilo mudo, cuando logramos hablar a través del micrófono y la noche de ayer. Aun no creía que todo había terminado y mi vida volvería a la normalidad con la mujer que amo.

Secuestrada por una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora