Capítulo 33

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La muerte es algo impredecible. Algo que puede llegar en el momento menos esperado. Un día puedes estar divirtiéndote sin preocupaciones... al siguiente, tu familia puede llorar tu muerte. Es extraño como toda una vida puede desvanecerse de un instante a otro. La posibilidad de vivir y disfrutar cada momento se te va de las manos. Todos las cosas que hiciste y dijiste, los sueños cumplidos y por cumplir... se convierten en recuerdos para los demás. Y ahí están ellos, destrozados, lamentando tu partida. Nunca podrás saber la razón ni el objetivo de marcharte. Pero algo si puedes saber hoy con vida: Vivir cada momento como si fuera el último. Ignorar lo negativo, eso que te derrumba y te hace sentir que no puedes más. Hay una razón por la cual vives, y es para ser feliz. Ahora, los Styles estaban conscientes de eso. Se encontraban presenciando la partida de Anne Cox. Frente a su ataúd, en el funeral. Con un aire frío invadiendo el ambiente. Junto a su familia de todas partes del mundo, amigos y personas conocidas. Vistiendo el color del luto, el peor color de todos... el negro. Escuchando las palabras del padre, pero más que eso, escuchando las silenciosas lágrimas de las personas más cercanas a ella. Sobre todo Harry. Había pasado una semana y lloraba justo igual al primer día que su madre se fue. Y le dolía... le dolía como si le quitaran un pedazo de su corazón. No estaba completa y nunca lo estaría. Su madre se había ido para siempre. A su mejor amigo Niall también le dolía su partida. Anne era como su segunda madre. Y sí, también había llorado. Pero le afectaba más ver a Harry así. Jamás lo vió en ese estado. Rodeó su hombro, para abrazarlo contra él. Fuerte, muy fuerte.

—Sé fuerte— Le susurró. Entonces, Harry pudo ver como el padre terminaba su discurso, al cual no le puso atención. Posteriormente empezaron a bajar lentamente el ataúd. Fue ahí cuando no pudo más. No quería verlo, no estaba listo para eso. ¿Algún día lo estaría? Se zafó de los brazos de su mejor amigo y caminó apresurado, esquivando a todos los presentes, quienes lo miraron con extrañeza y lástima. Pero no le importó. Pudo sentir la mirada de su padre sobre él, pero no hubo tiempo para que él dijera algo. Harry se apartó por completo de ahí. Corrió. Dejó a todos atrás. Estaba lo suficientemente lejos ahora. Ahora llegó a un lugar completamente silencioso, junto a algunas tumbas. El aire soplaba más fuerte ahí, pues había muchos árboles. A lo lejos podía ver a la multitud de personas despidiendo a su madre. Pequeñas lágrimas adornaban sus mejillas. Ese dolor se prolongaba... como si nunca tuviera fin. Empezó a perder la fuerza para mantenerse en pié, así que sentó sobre el césped. Se amarró a sus piernas y se abrazó a si mismo. Y lloró. Lloró por continua vez. Lamentándose todo esto. ¿Cómo su vida había cambiado de esa forma? Esto era algo realmente doloroso. De pronto, escucho una persona caminando cerca de él y se paró justo enfrente. Se quedó más helado de lo que ya estaba. Unos zapatos negros, de hombre. Fue alzando poco a poco su mirada. Vestía de luto, igual que todos los hombres allá. Portaba un saco que lo hacía lucir espectacular. Entonces alzó más su mirada, encontrándose con el hombre más atractivo que sus ojos hayan visto: Louis. Sus ojos se posaron intensamente sobre él.

—Hola— Pronunció en voz baja, con una amarga sonrisa en su rostro. Harry rápidamente se levantó. Y lo vió más de cerca. Estaba tan guapo como siempre. Tan hermoso para enamorar a cualquier persona. Tan él... tan Louis. Sólo él. Pudo percibir su aroma masculino y ese perfume caro que tanto adoraba. Entonces recordó cuanto lo extrañaba... cuanto lo necesitaba. Demonios. ¿Por qué se aparecía ahí? Recuperó la consciencia. Estaba tan nervioso que ni se dio cuenta de que Louis sostenía una rosa blanca en su otra mano.

—¿Qué...— Se le trabó la voz. —...haces aquí?— Preguntó finalmente.

—Sólo quería traerle esto a tu madre— Señaló la rosa que sostenía.

—Creí que había sido claro... te dije que no quería volver a...— Louis lo interrumpió.

—Lo sé, pero es lo mínimo que puedo hacer. Lamento tu pérdida— Confesó. No apartaba su intensa mirada de Harry. No le quitaba los ojos de encima ni un segundo, y Harry solo trataba de evitarlo.

—Bien. Pues el entierro es allá...— Señaló con su dedo a la multitud de personas a unos metros de ahí. Se dio la vuelta, dándole la espalda. Empezó a dar pasos cortos por el césped. Louis suspiró, siguiéndolo lentamente.

—Eso también lo sé. Pero quería verte— Habló con voz fuerte. Harry sintió como la piel se le erizaba y todas esas sensaciones volvían dentro de él. ¡No! Siguió caminando, sin detenerse. Louis lo siguió. —¿Me oíste?— Susurró sorpresivamente a su oído. Fue entonces cuando Harry se dio la vuelta, topándose con él a tan solo unos centímetros. Mierda. No de nuevo... no. Y esos nervios se incrementaron. Tuvo inmensas ganas de abrazarlo y llorar en su hombro. Esto era pésimo.

—No te acerques— Pidió Harry, envuelta en un mar de sensaciones. —Vete— Susurró.

—Sé que no quieres verme y...— Harry lo interrumpió.

—Me alegra que lo sepas. Si ya lo sabes, ¿Por qué no me dejas en paz?— Preguntó, con rencor en sus palabras. Louis sintió ese impredecible dolor en sus adentros. Esto sería más difícil de lo que el pensaba.

—Te necesito— Susurró Louis. —Cada día... cada hora... cada minuto...— Se acercó más y más, hasta que Harry se topó contra el tronco de un árbol. Su respiración se agitó y Louis lo acorraló.

—¿Por qué no te vas? ¿Qué es lo que no entiendes?— Los ojos se le cristalizaron, era inevitable. —Te dije que esto había terminado— Le recordó.

—No ha terminado para mí— Susurró Louis, casi inaudible. Y entonces, hizo lo que había estado necesitando toda esa larga semana sin él. Lo tomó repentinamente del rostro... y lo besó. Hundió sus labios en los suyos. Y ahí estaba esa magia regresando. Ese tiempo congelándose a su alrededor. Esos cosquilleos en sus adentros. Esos choques de electricidad pasearse por sus venas. Todo volvía sin que ellos lo premeditaran. Por que eso volvía... y eso, eso se llamaba amor. La fuerza que Harry intentó ejercer para despegarse, fue inútil ante Louis. Mantuvo fijo sus labios sobre los de Harry por largos segundos. El frío de aquella tarde, desapareció al sentirse de nuevo. Y Harry no efectuó ningún movimiento. Estaba tan sorprendido. Tan confundido. Tan hechizado. Tan... enamorado. Louis se separó lentamente de sus labios. Le acarició la mejilla con ternura. Lo observó a los ojos. Harry los mantenía cerrados, pero poco a poco los abrió. Se miraron. Pudieron reconocer ese precioso brillo renacer.

—No debiste...— Louis no le permitió hablar más. Lo calló de otro intenso y profundo beso, dejándolo sin habla. Pero esta vez, lo apretó de la cintura. Sus cuerpos se unieron maravillosamente. Y Harry... seguía sin moverse. Tratando de ser fuerte contra él. Vaya broma. No podía. Esto era algo irreal... algo mágico. Movió sus labios a los costados, obligándolo a darle paso hacia su boca. Y Harry... no pudo ni un segundo más. Lo hizo. Le dio esa libertad que él tanto ansiaba. Entonces, todo era tan claro... esa llama estaría ahí por siempre, atormentándolos. Necesitándose el uno al otro con fuerza tremenda. Entonces, puso sus manos sobre el pecho de Louis... lentamente... poco a poco. Louis continuaba sujetándolo fuerte. Finalmente se separó. Volvieron a mirarse, con sus labios palpitando... pero sobre todo, sus corazones.

—Sé que lo sientes— Susurró Louis. —Ambos lo sentimos—.

—No sé de que me hablas— Fingió Harry. Seguía perdido en su mirada y en esas sensaciones tan jodidamente hermosas en su estómago.

—Por favor...— Respondió Louis, Harry seguía sin poder moverse. —Perdóname, no quiero perderte... te necesito conmigo, ¿Qué no lo entiendes? Te amo más que a nada, solo a ti... por siempre, Harry...— Ahora le acarició la barbilla. Harry solo sentía como sus latidos aumentaban con cada palabra de él. —Por favor... vuelve conmigo— Rogó, con esos hechizantes ojos azules clavados sobre él. Oh, Dios... ahora Harry, tenía todo en sus manos.

Detrás De Los Styles - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora