Lo vi partir, con un beso lo despedí, la esperanza es lo único que no muere, en este mundo donde la guerra nos rige. Aquí sigo cada tarde sentada en el pórtico donde tantas y tantas veces, sin una palabra nos decíamos todo lo que sentíamos, donde cada caricia era como un suspiro cálido y abrazador.
Seguí esperando tu regreso. Hasta aquel momento en el que el cartero llego, fue la primera vez en mi vida en que odie recibir correspondencia, llame al cartero con desesperación, gritándole que se había equivocado, que esto no era mío, pero, por más que intentara negarlo, tenía tu nombre.
Volviste de la guerra, si lo hiciste, sin embargo, ya no estabas aquí te habías ido a un lugar donde de nuevo no pude alcanzarte.
Lo vi partir, con lágrimas lo despedí, aquí sigo cada tarde sentada en el pórtico donde tantas y tantas veces, sin una palabra nos decíamos todo lo que sentíamos, donde cada caricia era como un suspiro cálido y abrazador.
Sigo esperando que la muerte venga por mí y me lleve a reunirme de nuevo contigo.
