El concierto de Vetusta Morla había llegado por fin y allí estábamos todos. Dándolo todo. Saltando, sudando, cantando, gritando, bailando. Perdiendo la voz. Es una sensación única estar viendo a tu grupo favorito en directo y verlo con todas esas personas que se saben todas las canciones igual de bien que tú, y que saltan contigo y bailan contigo. Es maravilloso sentirse parte de algo tan grande.
Desde la vez que casi nos besamos no había habido nada entre Jorge y yo. Se notaba que los exámenes estaban cada vez más cerca, y eso estaba afectando a nuestra relación. A nuestra relación como grupo, más bien. Cada vez faltaban más personas a las reuniones, ya no nos quedábamos a tomar algo después, y quedar todos juntos empezaba a ser una odisea.
Por eso este día había sido especial. Era la primera vez en varias semanas que no teníamos prisa por irnos a estudiar, que no nos sentíamos culpables por estar fuera de casa. En ese momento no existían ni la universidad, ni los trabajos, ni los exámenes ni las responsabilidades. Sólo estaban la música y nosotros. Vibrando todos a la vez.
Empezó a sonar mi canción preferida. "Copenaghe". No sé por qué siempre me sentido que esa canción me llega muy dentro. Puede que porque yo también quiero correr sin saber andar, puede que porque a veces siento que lo que veo no es la realidad, sino sólo lo que yo quiero que sea la realidad y huyo de esos mismos espejismos de los que habla la canción.
El corría, nunca le enseñaron a andar
Se fue tras luces pálidas
Ella huía de espejismos y horas de más
Aeropuertos. Unos vienen, otros se van
Igual que Alicia sin ciudadEl valor para marcharse
El miedo a llegarLlueve en el canal, la corriente enseña
El camino hacia el mar
Todos duermen yaDejarse llevar suena demasiado bien
Jugar al azar
Nunca saber dónde puedes terminar
O empezarUn instante mientras los turistas se van
Un tren de madrugada
Consiguió trazar
La frontera entre siempre o jamásLlueve en el canal, la corriente enseña
El camino hacia el mar
Todos duermen yaDejarse llevar suena demasiado bien
Jugar al azar
Nunca saber dónde puedes terminar
O empezarElla duerme tras el vendaval
No se quitó la ropa
Sueña con despertar
En otro tiempo y en otra ciudadDejarse llevar suena demasiado bien
Jugar al azar
Nunca saber dónde puedes terminar
O empezarEstaba tan metida en el momento: miles de personas cantando a la vez, el sonido envolvente, que no me di cuenta de que los otros se habían ido yendo poco a poco. No sé a dónde. Y la verdad, en ese momento tampoco me importó mucho.
Oía a Jorge cantar a mi lado, se sabía toda la letra y parecía que la cantaba desde dentro, como si le pasara como a mí, como si esa canción también le tocara algo que estaba escondido muy dentro de él y que no lograba identificar. Y en ese momento me sentí acompañada. Ya, ya, es una tontería porque había estado acompañada todo el rato. Pero me refiero a acompañada en un sentido más profundo. Sentí que él podría llegarme a entender sin hablar. Fue una sensación de conexión muy extraña, que sólo había sentido con mis mejores amigas, Raquel e Inés.
Giré la cabeza hacia él y le pillé mirándome. Le sonreí. Y él a mí. Estábamos en nuestra propia burbuja. En nuestro espacio en medio de toda esa gente que se movía a una. Sabía que iba a pasar. Iba a besarme, lo sabía, lo veía. Y quería que lo hiciera. Pero a la vez estaba disfrutando el momento, disfrutaba de la anticipación, de verle acercase poco a poco, con expresión decidida, pero dándome el tiempo de echarme atrás.
Y pasó. De pronto me besó. Se cansó de alargar el momento, no sé.
No sé cuánto tiempo estuvimos así. Pero madre mía. Fue un buen beso. De los que te acarician y hacen que te derritas por dentro y te sientes querida y deseada a la vez, y que lo que está pasando es tierno y ardiente a la vez. Notaba su barba en mis labios y me encantaba. Él me cogió con más firmeza de la cintura y yo subí mis manos hasta su cuello y acaricié su pelo. Le había crecido desde la primera vez que le vi, le rozaba los hombros y se le empezaba a rizar, si antes me gustaba, con el pelo más largo, me encantaba.
OH DIOS MÍO. Me alejé de él de golpe. No puede ser. ¿A esto hemos llegado, Candela? ¿En serio? ¿Tan bajo hemos caído? Me había convertido en una de esas chicas muermo que nadie quiere cerca. De esas que se enrollan con el chico que va con ellas en cualquier momento y en cualquier lugar e incomoda a los demás.
¡Ay señor! Y para colmo Jorge me estaba mirando confuso y el concierto se había terminado y no me había enterado. Le sonreí y le di un beso en la mejilla. Él me sonrió también. Había sido el mejor beso de mi vida. Y esto no lo digo a la ligera. Tampoco es que me haya besado con un millón de chicos (y algunas chicas, ups). Pero lo prometo, fue un beso diferente, más especial. Tal vez porque hasta ahora Jorge y yo habíamos conectado más. Pero quién sabe a dónde iríamos a parar, él no tenía pinta de ser de esos chicos que cuentan los días que faltan para verte, los que lleváis sin veros y celebran cada segundo desde que os besasteis por primera vez. Y eso hacía que Jorge me gustara todavía más.
En cuanto saliéramos de ese concierto mis amigas me iban a someter a un tercer grado.
***
¡¡Hola a todos!! Siento haber tardado mil en subir algo. Había subestimado el trabajo que tendría que hacer al empezar el curso.
Pero como siempre, comentad todo lo que queráis y votad si os ha gustado.
ESTÁS LEYENDO
Soñar despierta
RomanceYo soy Candela y en este libro hay dos historias que en realidad son la misma: nuestra historia juntos y la historia de cómo me cambiaste.