Yo te cuidare.

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Una vez explicada las rutinas entre mi esposa (o) y yo, continuare con  la historia a partir de la llegada de Azucena,  como recordarán estaba enferma, yo ahora era su madre legitima según el mandato de la muerte, comencé el tratamiento medico de la niña, sin embargo ella con su hermoso cabello rojo, con sus ojos verdes cambiantes a rojo me preocupaba, era un lobo, un dragón, o un vampiro por sus características físicas una bruja pura.

De algo si estaba segura,  es que era un dragón, y ella recuperaba su fuerza, pero un día al entrar a la habitación de recuperación la vi charlar con mi segundo guardián,  Horacio es un espectro, mi primo por parte de Lestat, un gran chico al que aprecio y pelee por su alma en el infierno, verlo charlar con la pequeña me cautivo.

-Yo te cuidare Azucena, no tengas miedo-

Esas palabras me llegaron a lo profundo de mi alma, de mi corazón de madre, sabia que Horacio decía la verdad con respecto a su cuidado, le daba la medicina en la boca al igual que los alimentos, le cepillaba el cabello con ternura, como si de una muñeca se tratara, le abrazaba y besaba la frente,  era su padre, y en los ojos espectrales de mi primo brillo la luz, el amor, el era feliz pero estaba hueco cunado su  Nefilim lo dejo y murió el no creía tener nada, más que el deber de cuidarme, pero que el tuviera una niña a la cual cuidar lleno de nuevo su espíritu.

-Deja que la cuide Dhimitri, ella es hermosa, es un dragón encantador- 

Yo solo sonreí por el entusiasmo que mostraba mi primo, mi guardian, y lo deje cuidar de ella, hasta que volvió a caminar, a sonreír, y a pesar de que le preguntábamos su pasado no decía nada al respecto.

-¿Quienes son tus padres?

Esa era mi pregunta frecuente y me respondía.

-Mis padres son Horacio y Dhimitri-

Esa respuesta me hacia callar, si bien no me quería decir el nombre de sus padres biológicos, sabia que para mantenerse viva y a salvo esa era la respuesta correcta, entonces la abrazaba y le decía

-Así es mi niña yo soy tu madre-

Azucena recupero la salud, comenzó a entrenar con los demás dragones, comenzó a jugar con sus hermanos y se cautivo con mi primogénito, Evangelion, la oía susurrar con amor, mientras Lestat en su sobre protección decía.

-Azucena tu tienes 6 años y mi bebé a penas cumplirá 3, andarte con cuidado-

Evangelion se sonrojaba, daba media vuelta y se marchaba sintiendo a su espalda los ojos verdes intensos de Azucena.



Lluvia PaganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora