Dudas.

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Dejé mi bolso sobre el sofá de la casa de Andrew mientras recibía la taza de té caliente que me propinaba para calmar un poco mis nervios. Le había relatado todo lo que sucedido y parecía entender; sabía lo que decía. No me miraba con ojos exagerados ni expresión es extrañas. Sí entendía.

Bebí de la taza de té con cuidado y luego la dejé en el suelo junto a mis pies debido a la carencia de mesa de centro.

—¿que sentiste? —cuestionó hacia mi mientras se sentaba a mi lado.

—No lo sé, yo... Yo sólo vi que todo pasaba por mis ojos como si sucediera, como si fuese una...

—Premonición. —musitó terminando mi oración mientras miraba hacia el vacío.

—¿tú sabes sobre eso?

—Te sorprendería todo lo que sé.

Guardamos silencio por unos segundos mantenidos contactos hacia otros lares del lugar.

—Oye —dije finalmente destruyendo la barrera de silencio—. sobre lo de la otra noche ¿por qué estabas allí?

—Amigos, igual te sorprenderían todas mis amistades, eso si tan solo me hubieses dicho que tendrías planes esa noche, así no te hubiese buscado con la mirada toda la noche como un idiota y hubieses conocido un par. —dijo con cierto tono de molestia y sarcasmo.

—suspiré pesadamente tomando mi bolso para poder levantarme—. ni siquiera sé por qué vine. 
—fui a la entrada y antes de salir por la puerta, la mano del mayor sujetó la mía.

—Escoge bien a tus amigos y... Ten cuidado. —soltó mi mano y cerró la puerta.

Prácticamente me sacó de allí ya que permanecía en el pórtico.

Bajé hasta llegar a la entrada del edificio aún movida por la adrenalina de todo el día. Una mujer junto a una carriola con una pequeña bebé pasó por mi frente y esta se detuvo a mirarme.

—¿sales de ahí? —pronunció señalando el edificio.

—Así es. —respondí extrañada.

—Oh, hm... Pero en ese edificio no habita nadie, es un bloque vacío. —frunció el ceño colando ambas manos en la barra de la carriola.

—Me di la vuelta observando el edificio que permanecía allí junto a mi confusión—. debo irme.

Me alejé llegando a mi auto para poner este en marcha rápidamente y salir de allí dejando a aquella mujer confundida junto a su bebé.

No era mi día, ni mi semana, dudo que sea mi mes y quizás mi año.


La vida de una P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora