Capítulo 6.

807 97 23
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Lay miraba a su amigo con expresión entre dubitativa e interrogante. Habían llegado a un lugar para comer después de pasar por Kai a su casa. Ahora estaban sentados uno frente a otro, él tenía los brazos sobre la mesa color caoba con un mantel a cuadros de colores cálidos. En el camino habían platicado de cosas de su época de estudiantes y rieron por aquellas locuras hechas. Pero estando ahí la plática cambió a algo que en verdad no lo dejaba tranquilo. Estaba preocupado por su mejor amigo y fue directo al grano:

- De verdad que no te imagino en relaciones formales, - decía ante la parsimonia del rostro de su amigo. - con una aventura fácil que no exige responsabilidad posterior sí, pero con un novio y dispuesto a conocer a la familia de éste, no, ¿qué quieres que te diga?, no puedo dar crédito de lo que oigo.

Kai tenía una voz firme, ronca y un tanto suave.

- Pues esta vez puedes creerme. Tengo veintisiete años, siempre he vivido como un loco sin preocuparme del futuro. No tengo familia. Me veo solo y sin más amigos que tú, y tú lejos de mí, y además consagrado a los tuyos, lo cual me parece muy lógico. ¿Qué puedo hacer? ¿Continuar haciendo el tonto con personas que no me interesan más allá de una noche?.

- Pensar así es de tipos listos, y tú nunca has sido uno listo, pero... ¿es tanto tu amor? ¿Estás seguro de que serás feliz a su lado?

El moreno pensó lo que acababa de decir su amigo.

- Creo que si.- dijo tras aquella reflexión. - Chan Yeol es un chico que me da seguridad y una tranquilidad absoluta. Es extrovertido, es guapo, es muy joven.

- Espera.- rio el mayor. - ¿Cuántos años tiene Chan Yeol?

Eran pocos. Le costaba trabajo decir la cifra exacta porque sabía que Lay se iba a reír de él. Por eso dijo en cambio:

- Es posible que no lo ame intensamente. Al fin y al cabo, ¿cuándo amé yo así? Jamás. Me entretuve y llegué a entretenerme tanto, que nunca me tocó vivir un amor loco. Es decir, jamás me entró el deseo de casarme.

- Y ahora, porque de repente te entró, crees que lo amas.

- ¿No es eso suficiente?

- Todo depende de cómo lo mires.- rio Lay. - Yo creo que no es suficiente, pero no vamos a discutir eso ahora. Yo, como tú, conocí y tuve muchas parejas. Infinidad de ellas, y jamás las amé. Me gustaban, lo pasaba divinamente a su lado, me divertía y me hinchaba de felicidad. Pero un día conocí a Sammy e inmediatamente me di cuenta de que ella era la mujer de mi vida. Esa que el destino nos pone delante, que la vemos y no la vemos, pero que sin duda es la nuestra. Si la dejamos pasar no volveremos a encontrar otra igual. Si nos casamos formamos la felicidad para el resto de nuestra vida. Es como una lotería, Kai. Juegas cada semana, pero ignoras si algún día te tocará y si te toca, la apresas y te sientes casi tranquilo el resto de la existencia. Eso es amor. Yo te puedo asegurar que después de tener dos hijos, de pasar casi cinco años casado, me siento el hombre más dichoso del mundo y continúo sintiendo por Sammy el mismo fervor que cuando me casé con ella. Bien sabes cómo fui siempre, como tú y como tantos otros, pues desde que me casé con ella aunque continúo viajando y me separo de ella por un mes o dos, me aguanto, no soy capaz de serle infiel. ¿Absurdo? Pues es así.

Jong In, El novio de mi hermano menor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora