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Lay manejaba su gran camioneta blanca mientras que Sam iba de copiloto. Baek Hyun y Chan Yeol los acompañaban. Pasaron la última caseta de cobro de la autopista y se orillaron más adelante para bajar a estirar un poco las piernas, comprar unos cafés e ir al servicio los que lo necesitaran.
Entraron a la pequeña tienda de autoservicio. El interior era más cálido que el clima de afuera. Cada uno estaba bien abrigado: suerters, chamarras, playeras gruesas y reconfortantes de cuello alto. Un sonido aviso que la puerta se abría. Apareciendo Min Ho y Se Hun. Ellos venían en la camioneta amarilla del pelinegro con el montón de maletas que llevaban entre todos. Sólo Se Hun llevaba aparte guantes, gorro, bufanda y calcetines gruesos para calentarle aún más, pues no quería enfermar mientras descansaban por fechas de fin de año.
Luego de comprar café, té, un poco de pan y algunas golosinas, regresaron a los autos. Anduvieron unos kilómetros más y del lado derecho de la carretera les avisaba que el pueblo estaba cerca. La emoción se reflejó en cada uno de sus rostros. Era la primera vez que salían a vacacionar juntos y deseaban poder divertirse, convivir y ser aún más unidos.
Quince minutos después de que entraron por el camino que les indicara el trayecto, llegaron al pueblo que se escondía en aquella montaña. En cuanto divisaron las primeras casitas y la calle principal, las ganas por bajarse de los coches fueron inevitables, pero tendrían que esperar un poco más. Aún tenían que llegar a la cabaña y llamar a la persona que se las había rentado para confirmar su llegada. Así que pasaron de largo el pueblo y siguieron avanzando unos minutos más.
Las casas y las personas fueron disminuyendo. El camino de terracería rojiza perfilando ambos lados por enormes, frondosos y altos pinos, y demás árboles que los llevaban a la fría sierra. A pesar de que era cerca de medio día y que el sol rayaba en lo más alto del cielo, bajo aquella vegetación la visibilidad era nublosa, el clima frío, pero aun así todo era hermosamente pacífico y revitalizante.
El trayecto duró ésta vez veintidós minutos. Estaban un poco retirados del pueblo pero no les importaba, el lugar era único y majestuoso. Llegaron al lugar indicado. Lay, que venía de primero en la camioneta se bajó para abrir la reja y así pasar con los coches. Unos metros más adelante la casa comenzó a aparecer ante los ojos de todos.
Estacionaron al final del camino de terracería carmín. Cada uno fue bajando de los autos y miraban sorprendidos el lugar. Frente a ellos un caminito de piedras los guiaba hacia la enorme cabaña de dos plantas. Había un jardincito al frente de ésta con algunos pequeños arbustos recién podados, algunos rosales blancos y uno que otro árbol, y una pequeña fuente del lado izquierdo. Del lado derecho se apreciaban unas escaleras y un área tipo terraza.
Todos estaban ya abajo de los autos, todos hacían comentarios sobre el lugar mientras comenzaban a caminar hacia la cabaña, pues ahí afuera hacía frío. En cuanto Sam sintió un escalofrío recorrerle la espalda y escuchó a Min Ho decir algo sobre que estaba muy helado ahí afuera, se dio prisa en buscar las llaves en el interior de la camioneta y fue a abrir la puerta.
Min Ho se había quedado atrás comenzado a bajar cada una de las maletas. Chan Yeol, Se Hun y Sam ayudaron a bajar y llevar las más pequeñas al interior, dejándolas en el recibidor. Lay se dedicó a buscar, encender y ajustar la calefacción inmediatamente. Llamando al propietario del lugar, confirmó que ya se encontraban en la cabaña, y éste les deseo que pasarán unos estupendos días en aquel lugar.
En la entrada principal, el recibidor contaba con algunos sillones café oscuro y cojines con detalles en beige a los lados y una mesita rústica de centro. Del lado izquierdo estaba la escalera que los conducía a la segunda planta, donde seguramente estarían las habitaciones. Cuando todas las mochilas y los chicos estuvieron dentro, se dedicaron a dar un recorrido por todo el primer piso.
Pasaron el recibidor, encontrando una enorme e iluminada área con grandes ventanales en todas las paredes. Primero estaba el sencillo pero grande comedor de madera, tanto las sillas como la larga mesa que era adornada con un jarrón rústico y unas lindas flores eran de madera y de éstas despedía el singular aroma a bosque fresco. Más adelante estaba la sala de estar. Había sillones a los lados con un par de alfombras en blanco y café sobre el limpio y brilloso piso de madera, y una rara mesita encima de ellas. Al fondo, en el enorme ventanal que ocupada casi toda la pared, estaba la chimenea, y a los lados de ésta, dos cubículos donde había un poco de leña para poderla encender luego.