Reacción

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Jane, Jane, Jane.

Mis ojos se cristalizaron, mí mirada se perdió. Caí al suelo, aquellas lágrimas amargas recorrían mí rostro.

-Elizabeth, te amo- pensé.

Luego de un momento decidí levantarme. Me dirigí al espejo con suma cautela, sentía un leve dolor en mí pecho, tan fuerte que mis pulmones dolían. Me lavé la cara, me miré en el espejo, mi ojos dolían, estaban rojos, muy rojos, como el color de sus labios. 

Tomé mí chaqueta de cuero, posicioné un cigarro entre mis labios, lo encendí, cada vez moría un poco más, eso no parecía importar. Fumar me calmaba. Salí de casa.

Encendí mí moto, conducía hasta llegar a aquel lugar, ese bar tan solitario de día pero tan bullicioso por la noche, como lo eran mis pensamientos cuando la luz deja de iluminar. Ella estaba ahí, no sabía si correr besarle o para huir, el corazón quiere lo que quiere. Elegí la primera opción,

Corrí, 

Te miré, 

Te besé.

Mí corazón se detuvo lentamente por un instante... extrañaba el sabor de tus besos, aquella suavidad de tus labios, y aquel sabor tan sutil . Extrañaba sentir el aroma de tu piel, aquel aroma que tanto me fascinaba.

-Te sonrojaste- Te veías tan celestial en este mundo más parecido a lo infernal.

Era de noche, sin pronunciar palabra alguna tomé de tu mano mientras te dirigía a la salida.

La luna estaba más brillante de lo usual. Te veías como un ángel, tus ojos brillan como dos estrellas. Lloraste como un bebé cuando acaba de nacer. 

Te miré, como quien mira al cielo.

Te abracé tan fuerte que no me hubiese importado romper mis huesos sólo por ti.

Sequé tus lágrimas, alejé a tu tristeza,

Tomé de tus manos, versé tus labios,

Besé los más profundo de tu alma,

Yo te amaba, te entregué mi calma.

Nos besamos mientras comenzaba a llover, 

el frío cada vez era más violento,

Mí soledad te necesitaba.


Labios RojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora