Capítulo final

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De nuevo colocó la venda en mis ojos pues me había dicho que a cualquier lugar que fuéramos tenía que ponérmela porque quería que fuese una sorpresa, había ocasiones en las que me daba un poco de escalofríos el no saber a dónde iríamos, porque existía la posibilidad de que no me agradara mucho y lo que menos quiero es ser descortés. Mas luego pensé que se trataba únicamente de convivir los dos y pasar un momento que recordara para toda mi vida.

Subimos a un taxi y en el trayecto me dijo que todos los días iba a verme luego de la escuela. Lo que él no sabía es que lo escuchaba todo el tiempo, que alegraba mis días aunque sólo estuviera unos minutos. Que cada una de las cosas que hacía por más mínimos que parecieran sus detalles, lograba enamorarme más de él.

De la nada, el taxi se detuvo y él le pagó al chofer, supe obviamente que habíamos llegado, bajó de este y me abrió la puerta, tomó mi mano y empezó a guiarme hasta un lugar, donde por cierto hacía bastante frío.

-Bien hemos llegado, pero antes de quitarte la venda de los ojos debes ponerte estos zapatos, bueno sólo si no quieres caerte.

-Yo haré lo que tú me pidas.

Me dio un zapato y lo até pero era un tanto difícil hacerlo con los ojos cerrados, así que él me ayudo un poco; seguía sin poder adivinar en donde estábamos, lo supe hasta que entramos y me quitó la venda de los ojos, estábamos en una pista de hielo y de inmediato pensé:

"Yo no sé patinar. ¿Qué voy a decirle?"

Era un detalle muy bonito y lo más impresionante de todo era que no había nada de gente, me pareció un poco muy extraño pero no le di mucha importancia.

- No sé si sepas patinar, pero este lugar me pareció agradable para estar juntos.

- Es realmente bonito All, y no quisiera arruinar nada de lo que haces por mí, pero no sé patinar.

- Pero no importa, yo te voy a enseñar, solo tómame fuerte del brazo y por ningún motivo me vayas a soltar.

- ¿Y si me caigo?

- Confía en mí, no voy a dejarte caer nunca.

En ese momento entendí que no sólo hablaba sobre patinar, hablaba de todo, en ese instante supe que él siempre estaría a lado mío y yo sentí un nudo en la garganta, de esos que se producen cuando no sabes que decir, porque las palabras que te dijeron, llegaron al fondo de tu corazón.

Patinamos toda la tarde y en realidad fue muy divertido. Alan me llevó hasta mi casa y no sé quedó más tiempo porque ya era muy tarde y conociendo a su mamá seguramente lo regañaría.

Cuando entré a la casa; Claudia me estaba esperando, verdaderamente lucía como una madre bastante enojada.

- ¿Entonces... ya no piensas hacer nada?

- Ya te lo dije antes, disfrutaré estos días.

- Te quedan dos días y no lograste nada.

- Efectivamente, me quedan dos días y he logrado lo que en una vida no logré, me di cuenta de que puedo ser mejor persona, que puedo ser buena alumna y buena amiga, que puedo estar cerca de las personas sin tener miedo a lastimarlas, aprendí que convivir y amar es la mejor experiencia que uno puede tener, ahora atrévete tú a decir que desperdicié la segunda oportunidad que me diste porque yo en realidad no veo que sea así.

Me fui al cuarto porque no quería pelear más con Claudia, ella ha sido muy buena conmigo y de ninguna manera quiero herirla. Así que para evitar conflictos mejor me dormí.

A la mañana siguiente, fui a la casa de Alan porque esta vez era yo la que quería darle una sorpresa, me levanté muy temprano y preparé todo, hasta Claudia me ayudó porque bueno yo intenté cocinar pero definitivamente no es lo mío.

Dos semanas para enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora