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Ha pasado un año y, aunque nuestras vidas han sufrido miles de cambios, seguimos siendo los mismos de entonces. Tomamos caminos diferentes y, de alguna manera, aquí nos encontramos, un año después, en el mismo local, en la misma estúpida fiesta, con las mismas personas y con la misma distancia que teníamos cuando aún no nos conocíamos. Luego las cosas cambiaron. Para entonces yo tenía el pelo corto y era más ancha de caderas, pero sigo siendo la misma. Él era más bajo y tenía más cara de niño. Ahora, como siempre, se ha centrado toda la atención en él, inevitablemente, como siempre pasaba continuamente y veo que así sigue siendo. Y yo, por mi lado, me dedico a hablar con un poco de todo el mundo, beber más alcohol del que tenía pensado e intentar esquivar la mirada cuando creo que girará la suya hacia mí. Hasta ahora aún no lo ha hecho, no creo que se haya dado cuenta de que estoy aquí. Dudo que si quiera se haya acordado que es esta fiesta en la que nos conocimos y, seguramente, dónde volvería a ir. Él, en cambio, es tan impredecible... estaba tan segura que no vendría. Por eso accedí a venir. En fin, supongo que es mi culpa por ser tan idiota y no atreverme a preguntar a cualquiera si se mostraría por aquí. Doy un último sorbo a la copa de lo que sea que estoy bebiendo y me escapo sigilosamente del grupo en el que me encuentro para apartarme cuanto más sea de dónde aquí.

-¡Valerie! -oigo que me gritan, a través de la música (que resuena MUCHO por las paredes de este local)-. Joder, Valerie, párate.

Por un momento creía que era él, Niall, y mis pulsaciones habían aumentado gravemente, pero luego, al darme la vuelta y ver que se trata de Clem, me he calmado.

-¿Pero tú no estabas con Connor? -grito, a causa de la música, acercando mi boca a su oído.

-Le he dejado solo en nosequé sala. Vamos fuera y hablamos -responde, también haciéndose oír a través de la música, y la sigo hasta que subimos unas escaleras y salimos del local, pasando por parejas morreándose, chicas moviéndose unas contra las otras intentando buscar un poco de atención masculina, grupos juntos de personas bailando y a gente más dispersa.

Nos ponen una estampa en la mano para que luego podamos volver a entrar, y una vez fuera una brisa de julio me traspasa las venas. Me recojo el pelo con una goma, tratando que me dé un poco el aire, y Clem enciende un cigarrillo.

-Dicen que ha venido.

-Lo sé. Le he visto -no hace falta decir el nombre, las dos sabemos que estamos hablando de él.

-¿En serio? ¿Te ha visto? –cuestiona ansiosa-. ¿Te ha dicho algo?

-¿Puedes parar de tirarme el humo a la cara? Es asqueroso -intento avientar el aire con las manos y me bajo más el vestido, que es corto y me hace estar incómoda-. Y no, no me ha visto. Supongo que el corro de chicas que tiene a su alrededor le tiene ocupado, o algo.

-Eres una exagerada, seguro que hay dos o tres y él está con sus amigos.

En verdad sí, y lo sabemos las dos, pero esas “dos o tres chicas” estaban muy, muy pegadas. La verdad es que no estoy celosa, me da exactamente igual si está con chicas, chicos o si se queda sin amigos, es solo que todo me recuerda tanto a todo lo que paso, a la última vez... Y he tratado tanto de olvidar todo, de olvidar aquellos meses por completo y hacer como si nada hubiese ocurrido, como si nunca haya existido. Me costó lo suficiente como para ahora volver a tener esos sentimientos de primera mano; no quiero tener nada más que ver con él.

-Lo que digas -me limito a responder.

-Valerie…

-No lo digas.

-¡Pero si es verdad! Y lo sabes; sabes que tarde o temprano tendrás que afrontarle, y ahora que no está de gira estará por aquí y en algún momento le verás.

-Sólo le conozco a través de Anissa y si sé que está con él no pienso decirle nada -digo, y realmente lo creo, Anissa es una muy buena amiga mía, conoce a muchísima gente (el increíblemente famoso ex novio entre ellos) pero estas semanas evitaré completamente el contacto con ella-. Además, ¿cómo sabes tú que no está de gira?

-Pues porque lo sé, ¿qué pasa? Además, no es que lo sepa yo, ni todo Londres, es que lo sabe todo el mundo. Dios es Niall -tira al suelo el cigarrillo que se acaba y lo pisa con el tacón de su zapato.

-¿Sabías que iba a venir?

-Sabía que estaba aquí, pero no que iba a venir. ¿Puedes parar de estar tan a en contra de todos? Niall es amigo mío, también.

-Clem, joder, no es culpa del mundo, ni de él. Pero tú sabes lo mal que lo pasé. Salir con un famoso es jodidamente horripilante.

-Y yo lo viví contigo, ¿vale? Por favor, Valerie, lo superaste, y la última prueba de que has dejado todo esto en el pasado es afrontarle físicamente. Hoy, aquí. Dime, ¿está todo en el pasado o no?

-Claro que lo está -respondo automáticamente.

-Pues hazte un favor a ti misma, y a mí, y metamos nuestros preciosos culos en ese local de una vez por todas y que vea que tus dotes de mujer han mejorado notablemente, ¿sí?

-Te odio -añado, riendo por fin.

-Ya te gustaría –replica, y volvemos a entrar en la discoteca, que han cerrado a todo el demás público única y exclusivamente por Anissa. Esa es una de las muchas ventajas que tiene ser de la “high-society” (nombre que ellos se ponen a sí mismos, a mí me parece asqueroso) de Londres, en la cual hasta, como bien he podido ver, se ha llegado a conocer a famosos. De hecho, yo pertenezco a ella, empecé a hacerlo cuando mi madre ganó tal suma de dinero con el bufete de abogados que mi familia se mudó a la parte más buena de Londres, y de ahí se casó con un multimillonario, hicimos amigos, y conocí a gente, gente con dinero también, y contactos, y una vez estas dentro no puedes salir. Si soy sincera, me gustaba mucho más cuando no teníamos tanto pero éramos una familia normal.

Paramos en el baño y Clem me retoca el maquillaje mientras me evalúo mínimamente en el espejo. Estoy estrenando un vestido, es rojo y corto, con la espalda al aire y diría que tentador. Clem, a su vez, sigue su propio estilo (que nunca entenderé): con una especie de llamémosla-capa negra, maquillaje gótico y una cola altísima, es la persona más estrafalaria que conozco. Pero es preciosa. Y está dentro, conoce a literalmente a todo Londres, y sus padres tienen dinero, mucho, así que suele estar invitada a todas estas fiestas, desfiles y demás. De toda la gente que “conozco”, ella es mi mejor amiga, junto con Nate, gay y una de las mejores personas que conozco.

Cuando volvemos a la sala de discoteca, el ambiente está mucho más caldeado que antes. Ahora prácticamente hay gente sentada; todo el mundo está bailando en el centro, muchas más bebidas han sido consumidas, y los únicos que no bailan se dan el lote con quienes seguramente luego se arrepentirán. Mi ánimo ha mejorado desde la charla fuera, así que sin pensarlo me meto entre la gente, y disfruto de la noche con quienes conozco y con quienes no, y me dejo llevar por el frenesí, la dopamina, y certeza de felicidad que me roban el tiempo mientras, no sólo le demuestro a Niall sino también a mí misma, que estoy por encima de nuestra mierda, la suya y la mía.

EnchantedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora