Enchanted

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Niall's POV

Una cosa que he aprendido de Valerie es lo poco que duerme. Nunca, casi nunca duerme. Y, sin embargo, siempre se queda así, acurrucada, pequeñita, entre el sueño y la realidad, cómo si intentase escapar de algo y a la vez estuviese dándose por vencida.

Y mientras conduzco, es cuando las palabras surgen efecto. Discutir con ella era de las mejores y peores cosas del mundo. Era como saber que los dos íbamos a perder. Y nos daba igual.

Está resacosa y melancólica. Cierra los ojos e intenta que el dolor, que probablemente no se irá hasta unas horas, la abandone. Me pregunto por qué ella y no cualquier otra. Porqué la única chica en el planeta que, saliendo con un famoso, estando en Los Ángeles, en un descapotable en pleno verano, decide empezar a discutir. Quizá es eso, o quizá eso es únicamente algo más de lo que la hacen ella.

Es verdad que hubo una vez que me planteé que no me quería. Que hasta quizá nunca lo había hecho. Pero los únicos momentos que eso pasó fueron porque a) estaba borracho, b) estaba enfadado, c) hacía más de una semana que no hablaba con ella, o d) me llegaban rumores a cualquier parte del mundo que Take Me Home estuviera de que ella tenía novio/se había acostado con alguien que eso nos vuelve a dejar en b) me enfadaba y luego a) emborrachaba.

Pero Valerie me ha hecho recordar esa discusión, y como si mi mente fuese un robot al que le mandan tareas, no puedo sacarlo de mi cabeza. Esa discusión  ocurrió cuando volví a Londres por un descanso, cuando ella me gritó y yo me perdí. Esa noche fue un error. Me acuerdo discutir en mi coche, ya que me obligó a devolverla a su casa, después de no dormir en toda la noche, y besarnos más de lo debido. Y querernos, porque esa noche, Valerie me quiso. Sólo han pasado dos meses, y para entonces hacía cuatro que no la veía. Dijo que no quería verme nunca más. Y no me vio (hasta ahora). Dijo que no quería volver a hablar conmigo. Ni llamadas, ni mensajes, ni nada. Y no hablamos (hasta ahora), y yo intentaba recordarla mirando melancólicamente sus fotos de Instagram, ya que los recuerdos eran demasiado dolorosos para acudir a ellos. Hasta ahora.

Ahora no tengo nada claro. Ahora las barreras que interpuso entre nosotros están difusas y las confundo entre sí. Me pierdo con ella. No quiere hablar sobre cuando estábamos juntos, y acto seguido saca el tema, quiere ser sólo amigos, pero cada vez parece querer acercarse más. Cómo si se divirtiese sabiendo que está tan cerca y no puedo tenerla. Como si fuese un animal enjaulado en un zoo, con manos y cuerpos a milímetros, pero sabiendo que nunca podría tocarlos.

Al menos cuando estaba de gira sabía que no podía estar con ella por la distancia. Ahora no tengo ninguna excusa para darme cuenta que no me quiere.

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Una vez, cuando le presenté a mis padres a Valerie, mi prima Lizzie me preguntó qué era tan genial de ella (Lizzie tiene 15 años y es de esa clase de personas que podía creerse que, al ser famoso, tenía que casarme con una modelo o algo así).

-No es algo que pueda explicar fácilmente –le respondí.

-¿Por qué?

-Bueno… Nosotros sólo… -intenté encontrar las palabras exactas-. Mira. Dime que pare si esto se está poniendo demasiado personal, pero ¿nunca has tenido relaciones sexuales ni eso, verdad?

-Yo… -dijo Lizzie-. No.

-Bien. Pues dependiendo de con quién lo estás haciendo, puedes irte a todo otro lugar. Valerie y yo hemos ido ahí. Con sólo mirarla he ido ahí. Y no he sido capaz de volver.

Creo que Lizzie nunca lo entendió. Técnicamente, no le estaba explicando que Valerie era una diosa del sexo (que tampoco lo niego). Le estaba diciendo que lo que sentía cuando estaba con Valerie, y cuando me miraba, me cogía de la mano, cuando estaba cerca de ella, cuando la besaba, hasta la distancia cuando no estaba con ella, todo eso ella me lo aportaba sin más, cuando todas las otras chicas del mundo sólo me lo podían dar de una única manera. Y con Valerie eso nunca era suficiente.