A USTED

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A usted le escribo estas líneas, señorita,
A usted que ha hecho y deshecho con mi vida,
Usted ha sido esa debilidad que me roba la cordura,
La paciencia, la paz,
Mi capacidad de razonamiento,
Y, entre otras cosas
Hace divagar vanamente la escasa salud mental que aún poseo.

¡Ah! ¡Usted!
Usted me dio tanto de vida y tanto de amor,
Que fácilmente hoy la cobra sin censura, sin piedad,
Y no es su culpa, siquiera, es
Como cuando por ley infalible de la naturaleza
El sol quema los rastros colorados del otoño frío.

En mi boca, se encienden y apagan,
Uno tras otro, cigarrillos para asfixiar mi aire,
Y tampoco es su culpa,
Y nada que ver tiene! Pero
Es una manera más en que me convenzo que día tras día,
Cada cosa, lejos suyo, me quita más salud,
Me quita juventud,
Y envejezco a los ojos de mi espejo,
Y sigo suplicando al Cristo crucificado en mi mesa de noche por usted.

Usted me dejó un antaño sabor dulce en los labios,
Usted, usted es la que hoy me sabe amargosa,
Porque no será la primera, ni la última vez
Que en el mundo, el amor más grande
Se torne al final, el dolor más profundo.

Fue tan grande nuestro amor
Como ahora lo es nuestro olvido.

¡A usted! Valga mi insistencia,
Le escribí tantos versos, tanta profundidad,
A usted le dediqué tantas borracheras
Cantando canciones que me recordaban su cercanía dulce
Que ahora, justo ahora,
Hasta el más sutil silencio la trae a mi.

Podría decirle está noche que aún la pienso,
Que pienso en su existencia como una forma de mi locura:
Hay cierta locura en seguir escribiendo al amor perdido.
Usted quizá se imagine, que yo la invento en vano,
Que yo imagino su forma de dormir,
Su pelo en la almohada que la reposa,
Su cuerpo enpijamado de rosas bajo alguna sabanilla blanca,
Imagino que habla dormida,
Percibo que ronca en las noches,
Que usted, emergiendo al mundo de los sueños,
Debe ser más preciosa que un ángel enamorado.

¡Usted, usted!
No tiene que saber todo lo que le hago en mi mente,
Lo que mis dos o tres neuronas cuerdas 
Hacen con lo poco que saben de usted,
Porque pensarla es algo inefable,
No diría todo lo que que quiero hacer con usted
Aunque la tuviera a solas toda una vida.

J. Palacio

YO SOY AQUEL POETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora