CONDENACIÓN

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Levanté la mirada buscando luz.
Al menos una tenue luz que en lo alto brillara.
Y ella, la de siempre estaba allí.
En lejanía, con una lágrima roja en sus ojos,
E implorando piedad para mí.

Su boca lanzaba una plegaria en mi nombre.
Apenas, apenas yo podía observarla:
Ese era mi castigo, nada más,
Observarla.

Si tan solo pudiera oírla, y que me escuchara.
Nunca hice caso de sus peticiones
En mi amor.

Vi mi bella amante y le puse nombre:
La nombré redención, la llamé fe,
La llamé, más que fuego, luz,
Como la luz de la luna que en nuestros días
Fue el manto que nos cobijó
Y mitigó el dolor en nuestros pechos.

Le di nombre para acercarla.
La nombré paz, la nombré dulzura,
Ternura, paciencia y tenacidad:
Pero Dios sabrá, que más que amor
Su verdadero nombre siempre fue ilusión.

Con sus alas aún me daba brisa,
Y sus besos se formaban en las nubes,
Allá, tan altamente lejana.
Tan melancólicamente sentida.
Y en mi averno supe
Cada diablo es condenado por su ángel.
Y cada ángel demuestra su luz
Buscando redimir lo que más ha amado.

Mi angelina me observaba desde su cielo,
Pero yo ya estaba hundido en mi propio infierno.
Y solamente la poesía nos unía,
Al menos, lo que de ella quedaba.
Lo que aún no era polvo de ceniza gris.
Lo que aún sobrevivía dentro de mi alma.

Buscando luz miré al cielo,
Y al ver el amor de mi ángel, lejana,
Supe que estaba condenado.

J. Palacio©
Derechos reservados de autor
Bogotá, Colombia

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