CUANDO LLORA UNA MUJER

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Ellas lucen frágiles, muñecas tristes,
Sus ojos antes de brillo 
Dejan rastros de melancolía por el viento,
Y lucen frágiles, de nuevo,
De porcelana y miran,
Miran sin levantar sus ojos dulces,
Porque están opacos y con rastros de lágrimas.

Cuando llora una mujer:
Su cabello cubre su rostro y las esconde,
Las aisla despacio, las oculta:
Mujer hecha de oscuridad,
Beldad que las mortifica:
Una mujer no puede ocultar su tristeza.

Y yo las veo, por que a fuerza
Es un deber dar la cara marchita al mundo,
Y el mundo las ve, tornadas frágiles,
Hechas de lunas quebrantadas,
Bañadas en un profundo silencio que ni el diablo entiende.

Ellas padecen un frío profundo en el corazón,
Callan sus voces en práctica fortaleza
Mientras sus ojos,
De cualquier color gritan!
Y su dolor conmueve a todos,
Y siempre alguien se pregunta
Por qué la dulce llora?
Por qué su mayor alegría escapó de sus manos pequeñas
Y ahora es su carga en su frágil espalda?
Pequeña y en la que sólo deben cargar besos.

Cuando llora una mujer sus manos secan sus ojos,
Pero no logran restringir las lágrimas
Que salen, y salen como manantial salado,
Que emergen desde su alma y hacen oasis,
Que ahogan su garganta y las hace exclamar,
Las lágrimas de una mujer son puras,
Hacen el ámbar y apagan el fuego del infierno:
Mientras el infierno las cobija,
Cabe en ellas, las absorbe.

La tristeza no se puede ocultar, dulce,
Porque el amor de una mujer
Es el brillo máximo del medio día:
Una mujer enamorada tiene cierta felicidad en su rostro,
Una mujer triste es una rosa en luto.

Cuando llora una mujer
No hay razón de estrellas ni lunas,
Las mismas que un bandido le obsequió de mentiras,
Las mismas con la que besaron,
Bajo ese mismo cielo que las vio reír,
Gozar, coquetear, caminar feliz de otra mano,
Brillar de soñar despierta,
Besar con toda pasión y alma,
Un día de amor, ahora,
Muchas noches de amargura.

El alma de una mujer es tan profunda
Que puede poseer todo el amor del paraíso
Y todo el fuego del averno, 
Si del cielo al suelo debiese bajar.

J. Palacio 

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