Algodones de azúcar y otros placeres...

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Me acerqué a Logan, evitando olímpicamente las miradas inquisidoras de los presentes—sobre todo la de mi hermana—  y me puse de puntillas.

—Eres hombre muerto—susurré en su oreja—. No dudes que hoy en la noche, despiertes dentro de una caja de cristal enterrado diez metros bajo tierra.

—¿Por qué?—se defendió—. Ese idiota estaba con mi chica—enfatizó la palabra "mi"—. Y si llega a acercarse a ti otra vez, juro que no me aguanto más y le destrozo el rostro. Porque ganas me sobran—fulminó a Chris con la mirada.

Aunque eso fuera la cosa más tierna que me habían dicho... nunca, no compensaba la metida de pata que había hecho.

—Por tu culpa estoy en un gran problema—murmuré exasperada—. ¡Y no soy tu chica!

La duda se filtró en sus ojos azules y me observó con detenimiento.

—¿Qué clase de problema?

Tomé su brazo y lo arrastré hasta unos bancos bastante alejados de donde se encontraban los otros.

—¿Ves a la chica que te está violando con la mirada?—las señalé con un gesto de cabeza.

—¿Cuál de todas?—murmuró divertido.

—La rubia del vestido blanco, ¿la ves?—asintió—. Es mi hermana—resoplé—. Llevo todo el día tratando de escaparme de este centro comercial, y llegas tú a empeorar las cosas. La chismosa de Clarissa seguro le contará a papa o a los chicos que "tengo un novio" —hice comillas con los dedos—. Gracias a ti—me recosté en un muro y empecé a resbalarme hasta tocar el suelo. Pegue las rodillas al pecho y apoyé mi cabeza sobre ellas.

No es que fuera una chica exagerada, pero en cuanto a los chicos, mi papá y mis hermanos eran sumamente estrictos, y ni hablar si Clarissa les dice que el "novio" de su pequeño angelito —así me llama papá— era el chico con peor fama de la escuela.

—Oh vamos, no estés triste. No tenía idea de que tenías una hermana. No sabía que venir aquí te traería tantos problemas—levanté el rostro—.

Vamos sonríe —lo miré ceñuda—. Si quitas esa cara, te compro... un chocolate.

—Odio el chocolate.

La exresión de sorpresa que tomó su rostro casi me hizo soltar una carcajada. Casi.

—¿Eres humana?¿A quién no le gusta el chocolate?—preguntó exaltado.

—A mí—alcé una mano.

—¿Y las galletas?

—Tampoco—murmuré inocente.

—Y... ¿un algodón de azucar?—me observó con una mirada de "Di que si, di que si joder"

Creo que mi cara de deseo ante la mención de aquella celestial golosina me delató, pues el chico enfrente mío me miraba divertido y con una pizca de ternura.

—¡Si, si y si! ¡Amo el algodón de azucar!—empecé a saltar.

Quizá, tenga una pequeña obsesión con el algodón, solo quizás...

—Venga—sonrió.

Me tendió su mano y yo gustosa y extrañamente feliz la acepté. Lo que hace un algodón  de azucar...

Caminamos hacia la sección donde se ubicaban los locales de comida, hasta llegar a "Sugar Kingdom", una de las dulcerias más grandes(y mi favorita) de este centro comercial.

Las paredes eran de un azul menta junto con pequeños puntos de turquesa tornasolado, y el piso de un color lavanda con escarcha del mismo color. Desde la entrada se extendía una alfombra de terciopelo púrpura oscuro, hasta el mostrador. Y las columnas al estilo griego que sostenían los cimientos estaban decoradas con un collage de fotos de helados y demás postres sonrientes. En resúmen: el sueño de cualquier niño—además del mío—.

Dangerous Love [ HIATUS ]Where stories live. Discover now