17. Tiempo del hogar

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Dos semanas habían transcurrido desde el inicio del semestre y en ese tiempo los estudiantes del grupo 1-B ya estaban acostumbrados a su rutina.

Ese día tenían que escoger a los representantes de la clase, una tarea que no muchos estaban dispuestos a desempeñar.

—Entonces, como representante masculino tenemos a Hiroki Watanabe, para la representante femenina, ¿alguna propuesta?

Ninguna chica parecía muy convencida, todas desviaban la vista a cualquier parte que no fuera el frente.

—¡Yo nomino a Yukimura-san! —exclamó alguno de los chicos.

Akari lo miró mal unos segundos, pero después, al ver que todos tenían la mirada puesta en ella, sacó su actriz interior y sonrió.

Al no haber ninguna otra candidata terminó siendo presidenta de la clase. Maldita fuese la hora en que empezó a ser popular.

—Pero, ¿yo? ¿En serio? ni siquiera soy tan buena estudiante.

Camino a casa Akari aprovechó para quejarse por su nuevo puesto.

—Y pensar que la imagen que tengo de una delegada sigue siendo la de Kataoka...

Nagisa la escuchaba en silencio. Su ceño fruncido y las mejillas ligeramente abultadas a causa de la molestia le parecían extremadamente tiernas, pero esperaba que ella no lo notara o se molestaría más.

Al doblar la esquina el edificio de apartamentos donde vivía Akari se presentó ante sus ojos. Blanco, de tres pisos, con aire moderno y sofisticado.

Subieron al segundo piso y, después de que Akari encontrara sus llaves, entraron al apartamento.

Espacioso, lujoso, costoso... eran adjetivos que siempre llegaban a la mente de Nagisa cuando entraba a ese lugar. Paredes pintadas de blanco, muebles que daban la impresión de ser importados, mesas y cómodas relucientes de madera oscura. Un par de fotografías descansando en un librero pero nada colgando en las paredes o tirado por ahí.

En resumen un lugar tranquilo, limpio... e impersonal.

Mientras Akari cambiaba su uniforme en la habitación contigua, Nagisa se dedicó a mirar las fotografías del librero.

La primera parecía remontarse a bastantes años atrás: mostraba a una pareja sonriente, tomando la mano de una niña pequeña. La mujer tenía en los brazos a un bebé que dormía tranquilo.

En la siguiente la niña había crecido y una pequeña Akari se aferraba a ella con una gran sonrisa en el rostro. De fondo se podía apreciar una manta extendida sobre pasto, un árbol de cerezo en pleno florecimiento y la misma mujer sacando comida de una canasta. Un feliz día de campo.

En la tercera, Aguri sostenía un diploma en una mano y a su hermana con la otra. Detrás de ellas sus padres sonreían con orgullo. La graduación de la preparatoria.

La siguiente era diferente. Sólo las hermanas aparecían en ella, visiblemente mayores posaban casi con timidez delante de un edificio blanco. Aguri llevaba puesta una bata blanca y Akari un uniforme que, a primera vista, deba la impresión de pertenecer a un colegio privado.

Y por fin, la última. De un matiz completamente extravagante a comparación de las demás. Era la fotografía que se hallaba al final del anuario de Koro-sensei. Él, rodeando a sus alumnos y sus colegas con sus tentáculos en un abrazo apretado... Él tenía una copia idéntica en la cómoda de su cama.

Llevaban saliendo un tiempo y nunca le había preguntado qué pasó con sus padres, hasta donde tenía entendido sólo eran Aguri y ella.

—Akari, ¿puedo preguntarte algo? —cuestiono en cuanto ella regresó.

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