Era algo que todos esperaban, pero que aún así logró tomarlos por sorpresa.
Fue a finales de su segundo año.
Nagisa y Akari regresaban a casa comentando su día. Las clases que llevaban un ritmo acelerado pero que a pesar de todo eran capaces de sobrellevar, sus compañeros, agradables la mayoría y algunos no tanto, los profesores, excelentes... pero nunca tan buenos como Koro-sensei.
Al llegar al edificio entraron al departamento de Nagisa, como siempre solían hacer. Hiromi salió a recibirlos desde la cocina. Dio los saludos de rigor y entregó a su hijo un sobre con toda la pinta de ser una invitación.
—Llegó esto para ti en la mañana —dijo antes de regresar a la cocina.
El chico leyó los datos del reverso y soltó una exclamación de sorpresa. Enseguida rasgó un costado y extrajo el contenido. Akari leyó con él mirando sobre su hombro y ambos esbozaron una gran sonrisa.
—No pensé que se tardarían tanto.
***
Irina Jelavich era una mujer orgullosa, infantil, terca, desvergonzada, pervertida, indecente y, a pesar de todo, católica*. Sí, señor.
Puede que no fuera una santa y que hubiese cometido muchísimos errores en su vida pero, gracias a Lovro y su mujer (especialmente a ella), iba un tanto regularmente a la iglesia buscando expiar sus pecados, si es que eso era posible. No se arrepentía de hacer lo que hizo con tal de sobrevivir, pero una parte de ella la agobiaba por las noches, los recuerdos de esa noche estaban tan frescos en su memoria como si hubiesen ocurrido el día anterior. Se despertaba en las noches llorando y con la ropa pegada por el sudor. Entonces tomaba una cajetilla de cigarros y un encendedor y salía a fumar a la intemperie. Algunas veces incluso tomaba un par de copas de un licor bastante fuerte.
Sus tristes noches solitarias terminaron un día de mayo. Acababa de terminar su último trabajo allá en Francia cuando recibió una llamada de Lovro. Un nuevo trabajo.
Hizo las maletas y cogió el primer avión a Japón. Nunca imagino que ese asesinato se convertiría en el último y, mucho menos, que ese año tan especial se convertiría en algo tan especial y preciado para ella que cambiaría su vida por completo.
Nunca imaginó que se encariñaría de esos mocosos, ni que llegaría a respetar a ese estúpido pulpo pervertido.
Nunca, ni en sus más estrambóticos sueños imaginó que ese estirado del gobierno, el hombre más correcto y serio del mundo (su pequeño mundo), la haría sentir tantas emociones, que la haría añorar a alguien más de lo que jamás hizo.
Tadaomi Karasuma era un japonés conservador, ex militar, serio, impersonal, febril apasionado de su trabajo... y no era católico. En realidad se podría decir que no tenía en claro si tenía alguna religión.
Estuvo en el campo de batalla en distintas ocasiones y en todas ellas tenía una misión que cumplir. No se sentía orgulloso de todo, pero tenía muchas cosas de las que hacerlo. A veces, cuando acompañaba a su familia al templo durante las festividades, pedía a Dios o cualquier deidad que ahí habitara que le diera una señal, aunque fuese mínima, de que había hecho lo correcto.
Entonces explotó la luna. Y los altos cargos entraron en pánico al recibir la amenaza de un súper ser que aseguraba que haría lo mismo con la tierra en el plazo de un año si no lo asesinaban.
Luego llegó la clase E, Koro-sensei, clases de educación física alrededor de la montaña, intentos de asesinato... y ella.
Una rubia tonta con deseos de atención y demasiadas hormonas emanando por doquier. Esa "maestra" principiante que tenía más pinta de niña que nada la mayor parte del tiempo.
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Our love story [PAUSADA]
FanficKaede Kayano llega a la clase E y conoce a Nagisa Shiota, quien se convertirá en su mejor amigo. Sin embargo, meses después de estar juntos se da cuenta de que ha desarrollado por él sentimientos más allá de la amistad que, cada vez, son más fuertes...