Perfecta Imperfección

187 13 6
                                    

Domingo 24 de Febrero

Era un domingo por la mañana, pero no era cualquier domingo...
Se miraban personas vestidas de negro, con lágrimas derramadas hasta más no poder, vaya que era un domingo inolvidable que marcaba a la familia Aguirre para la eternidad.

Había un árbol y ese árbol dejó caer una hoja, segundos más tardes muchas personas pisaron esa hoja, y eran las personas que cargaban un ataúd seguidos de una multitud considerable de personas que lloraban como sino hubiese un mañana.

Mateo que tenía 14 años y su madre Johanna iban de ultimo de la multitud y Mateo al ver como pisaban dicha hoja, él la recogió y la guardó en su bolsillo pero eso no evitaba las lágrimas derramadas de él y de su madre, no era para más, se había muerto la abuelita querida de Mateo, la señora Bertha; la abuelita del pobre chico que siempre lo acogió entre sus brazos y cargaba a Mateo cuando era un simple bebe, esa mujer, había muerto.

-Madre no llores... ¡Tranquila!
-Tranquilo hijo, solo que me duele.
-A mi me duele más-pensé... Ya madre Todo saldrá bien-le dije.
No podía soportar ver como enterraban a mi abuela, es destrozante para mí, me desgarra completamente y no se que hacer- pensé en mi mente con lágrimas en mi rostro que no dejaban de moverse transitoriamente por cara, pero era inevitable...
Luego, cuando estaban enterrando a mi abuela, se sentía ese ambiente lleno de tristeza que no te gustaría experimentarlo mas de una vez, y cuando la enterraban empezamos a orar por ella y escuché a la hermana de mi madre decir estas palabras:
-"Oh mi Dios, danos la perfección y guíanos por tu camino hoy, mañana y siempre."
Esas Palabras no las olvidare jamás pero...
¿Por qué la perfección?- pensé.
Entonces me dije a mi mismo, que si fuésemos perfectos, no existirá la muerte, hambre, desigualdad, etc. O eso pensé...

Luego del entierro, nos dirigíamos a casa de mi difunta abuela, cuando íbamos en el auto mi madre, dos hermanas de ella y yo, nos subimos al auto... no demostraba dolor pero por dentro sentía que mis órganos explotaban en un instante, no me hacía la idea de vivir una vida sin mi abuela; yo la amaba mucho, estuvo conmigo en todo momento y de que de un día para otro no este más, no es fácil de digerirlo.

Entonces mi madre encendió el auto, me puse mis audífonos y escuchaba canciones de piano por que me encantan y me dejaba llevar por la melodía del piano.
Cuando íbamos a mitad de camino me preguntó una hermana de mi madre:
-Hey Mateo acaso ¿No te afecta lo que esta sucediendo? Te veo muy relajado.
-Que no demuestre mi dolor por fuera,
No quiere decir que este así por dentro.
Luego de eso no me dijo más y seguí escuchando música... cuando saqué la hoja de aquel árbol de mi bolsillo, la hermana de mi mamá me preguntó:
-Mateo ¿Por qué traes esa hoja?
-Es que estaba tirada en el suelo y solo la recogí, es que me encanta observar árboles-Dije.
-¿Árboles? ¿Por qué? Acaso estas loco-Dijo mi tía.
-¿Por qué?... Por que aveces cuando me siento solo, observo las hojas, la textura tan perfecta que tienen y el color tan vivo y hermoso que poseen, pero En algún momento dichas hojas se caen lentamente hacia el suelo, la mayoría de personas botan esas hojas a la basura suponiendo que "No tienen utilidad y son basura", pero, hay pocas personas que miran las hojas, las recogen; ya que miraron que la vida después de todo tiene sentido.-Dije con Lágrimas queriendo salir de mis sensibles ojos.
-Y ¿Qué te demuestra eso?
-Que en la vida estamos arriba, pero hay momentos que nos caemos y la mayoría de personas nos trata como basura, pero pocas personas se toman la molestia y delicadeza de ayudarnos y mirar en nosotros algo mas que nadie pudo ver ayudándonos a levantarnos.
Mi tía no dijo ni una palabra más, su silencio lo dijo todo.

Llegamos a la casa de mi abuela, nos bajamos del auto y cuando estaba en la puerta de la casa me entró una nostalgia inminente que involuntariamente se me cayeron dos lágrimas al suelo que no me dí cuenta, pero después de eso seguí y caminando y nos sentamos un rato en el sofá; pasaron unos diez minutos y cuando estaba toda la familia Aguirre, hicimos una pequeña reunión en homenaje a mi abuela.

Sangre color CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora