Una rosa es una rosa

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El ruido de los aceros chocados entre sí opacaba la quietud de aquella imponente manción. Dos jóvenes eran los responsables de aquel desorden, a sus escasos trece años ambos, uno de cabellos dorados cual rayos de sol, ojos celestes que brillaban como dos zafiros, cuerpo fino y delgado poco pronunciado y hermoso rostro de expresiones delicadas, el otro un poco más alto que el primero, de cabellos negros azulados, ojos verde esmeralda, cuerpo con más complexión, espaldas anchas y rostros apuesto, apesar de su prematura edad saltaban esquivando los ataques que se lanzaban uno al otro.

-¡¡Por el amor de Dios!!- gritó una señora de treinta y tantos cuando el joven rubio pasó por su lado haciéndola girar sobre su eje.

-Lo siento tía-se disculpó el joven rubio.

-¡¡Par de insolentes!!-gritó la anciana ama de llaves de la manción-¡¡Aquí no es cuartel de entrenamiento!!!- volvió a gritar.
Cualquier cosa que les dijeran ambas mujeres no impediría su avance en el duelo, usaban la casa y todo lo que en ella había como obstáculos para mejorar su técnica y defensa en combate.

-Dejadlos mujeres, pronto perteneceran a la Guardia Real y deben entrenar- dijo la vos de un hombre desde el barandal del segundo piso.

-Pero no tiene por que usar la casa como cuartel- dijo la que el rubio llamará tía.

-Dejadlos Jolibeth- pidió el hombre- son jóvenes y aún no destrozan la mansión- agregó.

-Por lo menos no toda- replicó Jolibeth viendo los jóvenes en el jardin todavía batirse en duelo.

El joven de cabellos rubios respiraba con dificultad, ya presa del cansancio, aunque su contrincante estaba en iguales condiciones.

-¿Te rindes Nick? -pregunto el joven de cabellos azulados.

-Ni lo sueñes Max- respondió Nick preparando su sable para darle otra estocada a su compañero.

Con un giro sobre si mismo Máx logró esquivar el ataque de su contrincante y propinar un golpe con la empuñadura de su espada haciendo caer de bruces al rubio el cual giro sobre el suelo logrando sentarse en el césped.

-Te gane- alardeo Máx apuntando con su sable la garganta de Nick.

-Si, si, si, lo que digas -dijo Nick haciendo una mueca de dolor.

-¿Estas bien?-pregunto Máx viendo la cara de dolor de su amigo y agachandose a su altura.

-Si- respondió Nick en un murmullo.

-¡¡¡Por Dios!!!-se alarmó Máx al ver que el pantalón de Nick se manchaba de sangre- ¿Te eh herido?-pregunto alarmado- Tu padre me matara- grito con desespero.

Se levantó a la carrera para buscar ayuda.

-¡¡¡Tía Jolibeth, tía Jolibeth!!!- escucho Jolibeth los gritos desesperados de Máx.

-¿Que te ocurre niño?- pregunto Jolibeth asustada.

-Nick...esta sangrando en el jardín..-dijo a la carrera- juro que yo no le hice nada... lo juro- gritó con lágrimas en los ojos.

Jolibeth no espero explicación alguna y corrió al jardín trasero de la mansión, donde encontró a Nick más pálido de lo normal con las piernas cruzadas a lo indio y sus manos abrazando su estómago.

-¿Que ocurrió mi niño?- pregunto con amor maternal arrodilladose a la altura de Nick.

-No se- respondió Nick- me duele mucho y estoy sangrando- dijo en un hilo de voz.

-¿Que pasó?-pregunto la voz del Conde padre de Nick.

Jolibeth abrió los ojos con asombro cuando logró abrir los brazos de Nick y ver la sangre que manchaba la entrepierna de su pantalón. El hombre soltó una maldición y tomó a Nick en brazos para llevarlo a dentro de la mansión.

El destino de una rosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora