Te sigo extrañando

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As estado en mi mente durante mucho tiempo, la fría cama que deseabas calentar, esta totalmente vacía, escucho tu voz a lo lejos, donde quiera que voy tu sonrisa me acompaña.

Tus susurros se cuelan en mi habitación, yo no digo nada, nunca dije nada y ahora ya no estas más a mi lado, tiemblo y me arropo con las sábanas que una ves cubrieron tu cuerpo, me arrepiento y lloro deseando tú regreso.

Deseo verte una vez más y tenerte cerca, tan cerca que sienta tú respiración en mi corazón tal como una ves lo sentí en mi rostro mientras me estrechabas en tus brazos las frías noches de invierno.

Finalmente te he perdido ¿Cierto?
Por una estupidez, por no haberte visto a mi lado en cada paso que daba. Y ahora que no te tengo me arrepiento dolorosamente, pero, ya es tarde y te fuiste de mi lado, en silencio fue tú partida.

Quise aparentar que me es indiferente tú ausencia, pero te extrañó, lo confieso, más de lo que deseo admitir frente a los demás. Quisiera saber ¿Como te va?, ¿Como te ha tratado la vida?, pero mi orgullo le gana a mi voluntad y me alejó cada que tú nombre aparece en una conversación casual.

Caen las sombras, huye la luz y el insomnio me atormenta cada noche desde que no estas tú, vives y te agolpas en mi mente, me revuelco entre las sábanas de esta cama tan grande y vacía, maldición tonta quimera de absurdos pensamientos que me envuelven en las sombras con cálidos vapores, se incendia mi alma, me llena tu recuerdo, tú aroma impreso en la almohada me transporta a días que jamás volverán.

Tras una batalla librada, recupera la aurora su perdido reino y sigo despierta, me envenena el dolor y no quiero admitirlo, pero negarlo ya no puedo, me levanto de la cama con pesadez, retiro las tercas lágrimas que bañan mis mejillas, pero no se queren ir, talves... talves algún día me acostumbré a ellas, o talves pueda dejar de pensar en ti y dejar de amarte o morir en el intento, pero mi mente no deja de gritarme día con día "Te amo, te necesito, tú ausencia me está matando"

Nick cerró el libro donde por primer ves en años abrió su corazón, aquellas palabras ahí escritas, no eran más que los clamores de su alma pérdida.

Con lentitud se dirigió al comedor donde su tía Jolibeth alimentaba con aquel amor que una ves dedicó en él unos años atrás a un pequeño niño de 3 años.

-¡¡¡Papito!!!-gritó el infante con cantarina voz cuando le vio llegar.

-William Alexandre- regaño  Jolibeth por haberla dejado con el tenedor en la mano que le alimentaba.

-Tranquila tía- dijo Nick con el niño en brazos que escondía su carita en el cuello de él para evitar el regaño- No te exaltes o te arrugaras como una pasa- terminó.

-Lo malcrias mucho Nick- dijo claramente molesta Jolibeth dejando el cubierto sobre el plato de fruta picada que le daba al niño.

Nick iba defender su honor cuando la campana de la puerta de la mansión sonó.

-Ve a terminar de comer- ordenó bajando al infante, el cual no llegó a sentarse a su lugar ya que una voz conocida le hizo girarse y correr a los brazos del recién llegado.

-Mira nada más como has crecido- le dijo el recién llegado alzandolo en brazos con cariño.

-¿Trajiste dulces? -pregunto el niño.

El destino de una rosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora