El dolor del Conde De Devonshire

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Ya había perdido la cuenta de cuantas copas de vino llevaba, pero la botella vacía y otra a la mitad le indicaban que había tomado demasiado ya y un así no lograba aminorar el dolor que oprime su corazón.

Su madre miraba con pesar a su vástago, aquel joven estoico que rara ves sonría, estaba devastado desde que llegará la invitación a la fiesta de compromiso de Lord Ferzen, fue entonces cuando comprendió que su hijo estaba enamorado de un hombre, por que la dama prometida no la conocía.

-¿No crees que ya es suficiente?-pregunto Lady Devonshire.

-Nunca es suficiente, madre- respondió Sean apurando una copa más.

-Ahogandote en alcohol no lograrás nada. Por favor hijo ve a dormir- rogó.

-Lograré olvidarle, por un momento- dijo con pesar el joven Conde.

-Entiende una cosa hijo-pidió su madre- Aunque ese joven no se casará, tu debes resignarte, tus sentimientos están prohibidos por la sociedad- hablo.

-Por eso quiero ahogar esta pena que calcina mi alma, madre- respondió el conde llenando nuevamente la copa. 

-Debes de ser fuerte desde ahora- dijo acunando en su pecho la cabeza de su hijo- Por que llegara un momento peor. ¿sabes a lo que me refiero, verdad? -pregunto.

El Conde no respondió, pero las leves sacudidas que sintió del cuerpo de su hijo le destrozaron el alma. Su amado hijo estaba dejando salir su dolor de la mejor manera, con pesar vio como de aquellos ojos que una ves brillaron de vitalidad juvenil rodaban gruesas lágrimas de desamor y desdicha. Le abrazó más fuerte contra su pecho, mientras de sus ojos también brotaban lágrimas al ver el dolor de su hijo.

-Llora -pidió-Llora, que llorar por amor no es pecado- terminó.

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-¿Por que no se presentó el capitán Sean?- pregunto Nick a un soldado mientras pasaba la requisa diaría de la Guardia Real.

-No lo se coronel- respondió el soldado- siempre se a presentado a todas sus guardias- dijo.

-Entiendo- dijo Nick pensativo- Es raro, en el tiempo que tenemos de servicios nunca había faltado- agregó.

Para al medio día Nick había terminado con la requisa constatando que todo estaba en orden, le habían llevado el almuerzo a su despacho por que no había podido salir, sin el  comandante o el capitán, todo el trabajo se le acumulaba sólo a él, tenía pensado pasar por la mansión Devonshire para ver el por que el conde no había asistido al Palacio.

Máx regresaría en un par de días, justo para la fiesta de compromiso. Aún recordaba las palabras del príncipe cuando le explicó la situación con Naya.

"Ella merece ser feliz"  dijo el monarca "Y que mejor que tu para hacerlo, yo cometí el error de deshonrarla, y si tu puedes corregir mi error por mi esta bien"   Había dicho el monarca, aunque el dolor se reflejaba en su rostro, pues el Príncipe la amaba y por ese amor permitiriá que fuera feliz.

Y Nick mandaría a lo más profundo de su ser el amor que sentía por el principe.

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Sean se encontraba en la sala de estar tomando el té con su madre, una expresión de asco se formó en su apuesto rostro al dar el primer sorbo a dicho brebaje, su madre sonrió, el té  nunca había sido del agregado de su hijo, pero hoy precisamente lo necesitaba.

-No se como le haces para tomar esta cosa- dijo sacudiendo su cuerpo por un escalofrío que le proboco el asco que sentía por el líquido.

-Y yo no se por que no te gusta- dijo su madre- es delicioso y relajante- agregó.

El destino de una rosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora