CAPITULO XXII

4.8K 348 153
                                    

La sonrisa de la exorcista se ensanchó todavía más (si es que era posible) al notar la confusión en el rostro del sacerdote; y la adrenalina comenzó a inundar su sistema ante la expectativa. No podía entender lo que estaba ocurriendo. Nada. Pero de cierta forma ya esperaba encontrar algo sorprendente sobre él; a final de cuentas, su abuela era una bruja.

No obstante, pese a que acababa de atravesar lo que al parecer era una especie de barrera, no podía acelerarse e intentar nada; por lo tanto, su siguiente movimiento sería todo estrategia. Y estaba terriblemente emocionada, ya que sería el primer paso de muchos.

-Sin embargo...-. Continuó hablando, ya que dedujo que el sacerdote no podría hacerlo en un buen rato. -Nosotras nos tenemos que ir...

-¡¿Qué?!-. La voz de Mirza salió más aguda de lo que era. Estaban adentro, y ella pretendía marcharse ¿Estaba loca?

-No somos bienvenidas...-. Violeta giró sobre su hombro y levantó la vista para poder encontrar la del súcubo. Todavía la llevaba agarrada del brazo, así que al notar su intento por liberarse, la apretó con más fuerza. -Bueno, en realidad tu no eres bienvenida aquí...-. Luego volvió a enfocarse en él, solo que ya no había diversión en su mirada. -Y ya hemos pasado el examen ¿No?

Le tomó otro par de segundos retomar el control de sus pensamientos, pero el Padre Joel se sacudió la sorpresa pues tal como ella decía, era algo que estaba planeado. Aunque francamente, no era el hecho de que hubiesen atravesado su barrera lo que le tenía así, sino la actitud de la joven; que se hubiese dado cuenta de la trampa era una cosa, pero que se lo dijera tan abiertamente... eso no estaba seguro de cómo tomarlo.

-De alguna forma, si...-. Respondió inseguro, mirando a su alrededor. Había personas dentro de la iglesia, empezar una pelea no era exactamente un resultado ideal en ese momento... fue un tonto al subestimarla; un error que si sobrevivía, no cometería de nuevo.

-Bien...-. Asintió con deje de supremacía. -Como dije, nos vamos; pero este al pendiente Padre, ahora será su turno de pasar nuestra prueba...-. Un brillo nada usual en humanos destelló en sus iris, acentuando la actitud que había adoptado. Ella miró a su alrededor, notando a las personas que ni siquiera reparaban en ellos. -Pero será en un lugar donde no le falte el respeto a nadie...

-Tu consideración a su persona es una pérdida de tiempo...-. La sonrisa del súcubo, tan hermosa como letal, hizo que se helara la sangre del hombre; pese a que normalmente ejercía el efecto contrario, calentándola.

-Daniel siempre ha sido terrible en cuanto a buenas costumbres...-. Respondió Violeta poniendo los ojos en blanco. Cuando decía que su hermano era un caballero, lo hacía de forma literal, completa, y hasta exagerada. -El verdadero dueño de este lugar, se merece mi respeto. En cuanto a decirle de frente que este prevenido, es una consideración a la amistad que tuve con Margo; dele las gracias por ello...

El rostro de la exorcista se había vuelto sombrío. Jamás olvidaría lo que esa mujer había hecho por ella; la ayuda que le brindó, y su repentina muerte, estaban entrelazadas en los recuerdos de Violeta de modo inquebrantable, al igual que la amabilidad de su hija y madre del hombre frente a sus ojos.

Por lo tanto, atacarlo a traición no era una opción; sin embargo, había algo más. Le intrigaba de sobremanera como para darse el lujo de perderle tan pronto; podía sonar como egoísmo infantil, pero era así de cierto.

Mirza le dio un vistazo general al lugar y se encogió de hombros. Gárgolas o no en la fachada, ciertamente no era bienvenida, aunque resultaba muy divertido perturbar las creencias de otros; pero era la exorcista quien de momento tomaba las decisiones, así que se dejo guiar de vuelta sobre sus pasos al exterior.

ALMA VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora