3 - Desencuentros

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En el camino hacia la oficina San Román, María ya mostraba su nerviosismo. No sabía qué reacción esperar de parte de Esteban, ella sabía que él se moría de celos de Luciano y que esto no había cambiado con el tiempo.

_ Ojalá que no haya salido de la oficina en busca de Luciano a la joyería con la intención de reclamarle al igual que las otras veces que supo que él estaba ahí. – Pensó María aprensiva. – Lo peor es que esta vez, él sí tiene razón para estar celoso, Camilla estaba en lo correcto, Luciano ya no quiere ser sólo mi amigo. Maldito sea, ¿qué le pasa? – María pensó en voz alta mientras conducía.

Ella sabía que si era difícil controlar lo que le sucedía a Esteban cuando Luciano se acercaba, como amigo, ahora sería mucho peor. "¿Cómo voy a decirle a Esteban que Luciano, está interesado en conquistarme? Él se pondrá loco, loco de celos, no tengo ni idea de cómo reaccionará." Los pensamientos de María mostraban que no era una situación pacífica, y una crisis se estuviera gestando en su matrimonio. Y todo esto a tan solo pocos días de la boda de Héctor, que ocurriría al final de esa semana, no necesitaban enfrentarse a toda esta tensión en un momento como este.

_ Sólo espero que entiendas, Esteban. Necesitas entenderlo. – Dijo María preocupaba.

***

Oficinas San Román

_ Buenas tardes, Esteban, me alegro de que hayas podido recibirme, dijiste que pensabas salir para un compromiso... – saludó Ana Rosa siempre resbaladiza.

Esteban la miró desinteresado, pero no pudo dejar de darse cuenta de que estaba vestida de manera muy seductora. Especialmente porque esto contrastaba con el supuesto nerviosismo que demostró al hablar con él por teléfono antes. Además ella llegó tan rápido a la oficina, como si ya estuviera muy cerca cuando le habló.

_ Pero me dijiste que lo tenías que decirme era importante y mi compromiso no era urgente para nada. – Dijo Esteban con cierta irritación en su voz, no podía disimular aunque ya tenía unos cuantos minutos la molestia que le causaba que Luciano estuviera otra vez tratando de acercarse a María.

Luego que colgó el teléfono, su primer impulso fue el de entrar en el coche e ir a la joyería para sacar a Luciano a la fuerza de la oficina de María. Podrían pasar todos los años que fueran, sus celos no cambiaban, él se volvía irracional cuando se trataba de ver de cerca de María a un hombre como Luciano, enamorado de ella y con él que ella tenía una complicidad construida por los años de amistad que los dos habían tenido. La llamada de Ana Rosa tan angustiada por hablar con él fue providencial, debería agradecerle porque si no hubiera sido por ella, habría terminado por hacer una locura y esto podría ser un problema todavía mayor entre él y María. Y ahora, tan cerca de la boda de su hijo, lo único que necesitaban era disfrutar de la paz y de la tranquilidad que el amor de los dos ofrecía y era importante para la familia que los dos tanto valoraban.

_ Te lo agradezco, Esteban. Gracias de verdad. – Dijo Ana Rosa simulando emoción en su voz. – Cada día estoy más segura de que hice muy bien en elegir esta oficina y a ti para representarme en este momento tan difícil, Esteban.

_ Te ves más tranquila. De verdad me preocupé por ti cuando llamaste, parecías muy asustada. ¿Sucedió algo?

_ Oh, Esteban, estoy tan sola. – Miró a Esteban y fingió llorar.

El advocado no se levantó de su silla. Evidentemente se conmovía por la situación de la mujer, pero era algo a lo que estaba acostumbrado. Era común que la gente estuviera con las emociones deshechas al final de una relación. Y él había trabajado con numerosos divorcios a lo largo de su carrera. Ana Rosa no era ni la primera ni sería la última mujer que veía llorando por los problemas con su cónyuge y las tensiones causadas por este momento de la separación.

Especial Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora