4 - Recapacitando

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***
_ Me alegro de que estés en casa, Camila. – María saludó afligida.

_ No por mucho tiempo, casi voy de salida. – Le advirtió la pelirroja.

Hasta entonces María no se había dado cuenta de que ella estaba vestida muy elegante, probablemente tendría un compromiso con el elegido del momento y de tan absorta que estaba en sus pensamientos no lo notó.

_ Oh, lo siento, debería haber llamado. – María se lamentó.

_ Como si fuera necesario entre nosotras, María, fue una broma, por supuesto que tengo tiempo para hablar contigo. Para ti, siempre tengo tiempo. – Camila mostró la buena amiga que era.

_ Te prometo que no voy a quitarte mucho tiempo, es que yo estaba tan perdida... Sólo te tengo a ti en momentos como estos. – Confesó María.

_ Me he dado cuenta de que algo grave sucedió. Si pudieras ver tu cara. ¿Qué sucede? – Le preguntó Camila conduciendo María a sentarse en el sofá.

_ Todo, Camila, todo! Todo de una maldita vez. – María explotó.

_ Tú y el gusto por las narrativas en el estilo de las tragedias griegas. – Camila hizo un paréntesis.

_ Luciano fue a joyería y si lo hubieras visto... – María comenzó a contarle los hechos.

_ ya me lo imaginaba. Desde su llamada, ya sé que es lo que quería en esta ciudad.

_ Tenías razón, él está muy diferente. No se resigna, no acepta los hechos, ni siquiera quiso escucharme, Camila. Simplemente dijo está harto de luchar por olvidarme y que ahora quiere luchar por mí.

_ ¿Le contaste a Esteban? – Camila sabía exactamente qué preguntar y cómo llevar a cabo la conversación.

María se puso de pie y puso una sonrisa sarcástica. Se acercó a la barra de la cocina y se volvió a Camila como burlándose de sí misma, sin dejar de sonreír.

_ Cómo si fuera poco esa sorpresa, Esteban no supo del regreso de Luciano por mí. Llamó a la joyería y Joyce le dijo que yo estaba con él.

_ ¡Ay! – Se lamentó Camila. – Su reacción debe de haber sido terrible.

_ No tuve tiempo de ver su reacción. ¡Idiota, imbécil! – María injurió todavía muy molesta con Esteban.

_ ¿Yo? – Camila se sorprendió.

_ ¡No, él! – María se apresuró a explicar. – Yo estaba preocupada por lo que pudiera pensar, fui a su oficina muy angustiaba pensando en cómo encontrar las palabras para hablar con él acerca de las intenciones de Luciano y no lo vas a creer.

Camila se levantó tomada por la curiosidad. La historia que parecía tan predecible para ella empezó a tomar formas diferentes y atrajo su atención. María se le acercó y se paró a su lado.

_ ¿Qué hizo él?

_ Cuando llegué allí me encontré con una... – trabó sus labios para no decir una palabra de bajo nivel y suspiró – una zorra enganchada a su cuello. Ay Camila, no puedes imaginar el coraje que sentí. Una mujer joven, bonita y que se vestía de una manera que evidenciaba cada uno de sus bellos atributos físicos. Ella estaba llorando y Esteban estaba consolándola. ¿Lo puedes creer? – Le dijo con cinismo.

_ María no te estás haciendo entender, ¿estás bien? ¿Te das cuenta de lo que estás tratando de dar a entender? – Camila se dio cuenta de su alteración. – Nunca te he visto así tan...

_ No sé... no sé, Camila, no estoy ni un poco tranquila. ¡Y, sí, me muero de celos! – Confesó María sin problemas al hacerlo frente a su amiga de toda la vida.

Especial Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora