Capítulo 03

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Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda...

No me muevo, solo me quedo allí con mi mano sobre su entrepierna mientras él de forma lenta y dramática baja su mirada. Únicamente me quedo viéndole con atención.

Matthew es muy alto —y yo de veras que también lo soy—, pero él es aún más, tiene una cabellera negra no muy larga, pero sí lo suficientemente para que algunos me mechones le toquen la frente, sus mejillas están salpicadas con algunas pecas que son muy diminutas y le dan un aspecto tierno y adorable, sin embargo al bajar por su nariz respingada, sus labios regordetes y su barbilla cuadrada el toque tierno es sustituido por uno más sexi. Sus ojos son marrones oscuros que te atrapan de una forma hipnotizan te. El pantalón se le adhiere a las piernas por lo que supongo que sus piernas son esbeltas y gracias a que la camisa es tres cuartos, me deja una vista estupenda de sus brazos, unos bastante fornidos.

Suelo ponerme nerviosa con los chicos guapo —y Matthew es uno—, y cuando me pongo nerviosa hablo mucho, y no se trata de hablar de algo casual para coquetear o parecer interesante. Hablo de cosas sin sentido, de cuando me hice pis en cuarto grado, de la caja que tiene mamá en su habitación con mi cordón umbilical —que si se me permite decir, es asqueroso—. Simplemente mi lado parlanchina aparece y le envía órdenes a cerebro de no cierre la boca. 

De pronto un carraspeo y mis ojos conectas con los suyos, puedo ver una ceja enarcada por su parte —y por un segundo me he olvidado de la situación—, retiro mi mano como si la el contacto con su aparato reproductor me quemará. Ni siquiera soy capaz de decir alguna palabra, me encuentro tan avergonzada que solo quiero salir corriendo de la cafetería, pero sé que eso llamaría más la atención. Sé todos tienen los ojos bien puestos sobre nosotras y sé también que hay personas grabando, me siento tan, pero tan abochornado con el nuevo de que de ves envuelto en esto y conmigo.

—¡De acuerdo, de acuerdo no hay nada que ver por aquí! —espeta Sam, para que así toda la cafetería la escuché— ¡Vuelvan a los suyo!

Nadie hace caso a la orden de Sam.

—L-lo lam-mento. —Mi disculpa es tan triste que quiero darme una bofetada, sin embargo sello en mis labios antes de decir otro vomito verbal.

—No importa —dice con una sonrisa en el rostro, como si lo que acabará de suceder no fuera la gran cosa—, fue un accidente, puede ocurrirle a cualquiera. —Sé que intenta suavizar el momento y no tengo idea de porqué.

—Ella pagará por la camiseta —le informa Sam entrelazando nuestros brazos.

La rubia me arrastra fuera de la cafetería sin esperar una respuesta del nuevo. La cabeza me daba vueltas, la manos me temblaban y sentía que en cualquier momento vomitaría. Puedo escuchar antes de salir de la cafetería que algunas personas lanzan insultos hacia mí y sujetan carcajadas.

Una vez fuera me suelto del agarré de Sam y tomo mi cabeza entre las manos. Ella no dice nada y agradezco eso, porque no sabía que podía responderle, echarle la comida encima a alguien no era la gran cosa, sí, pero que me eche la comida encima al chico nuevo y de intercambio, le toque su parte íntima y todo suceda justo después de lo que sucedió con Shean. Era una mierda, todo era una mierda, hace tan sólo días, yo estaba tranquila, con mi amistad intacta, mi vida normal y no era la comidilla de la escuela y la estúpida página de la escuela.

—Vamos, te llevaré a casa.

—No. Quiero estar sola.

—¿Estas segura, Chipito? —me pregunta.

Un Amor Para Rachel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora