Lo genial de vivir en San Diego es que la playa está a unos minutos, puedes ver unos atardeceres increíbles desde el muelle y hay una rueda de la fortuna a la que me gusta subir cada que puedo, sin embargo; no todo es bueno. A ver, por supuesto que hay un contra y es que algunas veces hace un calor infernal, que dan ganas estar desnuda, como justo ahora.
La camiseta blanca con el escudo de la escuela en el pecho, se me pega a la espalda por el sudor, mi respiración es agitada y siento que en cualquier momento caeré desplomada sobre el pasto.
—¡Vamos, Crane, una vuelta más! —brama la profesora de gimnasia, haciendo resonar el silbato en sus dientes.
No puedo evitar lanzarle una mirada asesina, pero ella la ignora, puesto que ya está acostumbrada.
—Mueve tu culo o te hará correr otras dos vueltas —me ordena, Sam, trotando en el mismo sitio y siento una pizca de envidia al ver solo unas gotas de sudor en su frente, eso es todo—. Rápido, rápido, rápido.
Me repite, tirando de mi brazo para me mueva.
Al terminar de dar la vuelta, me acuesto sobre una de las gradas más bajas con mi pecho subiendo y bajando muy rápido, por un momento creí que vomitaría, pero Sam me amenazó con tomar una foto, así que me contuve, termine y deje desfallecer aquí.
—¿Dónde está, Summer? —pregunto.
—No ha venido —me responde, pasándome una botella de agua.
—¿Cómo, de verdad no ha venido?
Me siento, estiro mi cuello y le doy un trago largo a la botella de agua.
—Exactamente; no ha venido.
—Eso es súper raro —murmuro.
—Es su padre, se ha peleado con él muy fuerte.
—¿Y está bien?
—No lo sé, no me responde los mensajes desde anoche, después que me lo dijo.
El corazón se me aprieta. Summer es definitivamente la chica más fuerte que he conocido en mi existencia, puede que sí; es ridículamente millonaria, pero sus padres son horribles, literalmente, su madre no le pone atención. La Sra. McDonnell solo está para desayunar Martini, almorzar vino e ir a cenar champagne con sus amigas al club y el Sr. McDonnell solo está para criticarla y despotricar a todo lo que hace, al igual que con Dean.
—Me gustaría pasarme por su casa, pero ya ves que la Sra. Meredith McDonnell no las niega siempre —suelto un suspiro.
Siento mi celular vibrar —porque me lo he traído a la clase de gimnasia, puesto que no me gusta estar lejos de el—, lo saco de mis pantalones. Le echo una mirada a Sam, al ver que es un mensaje de ella y está junto a mí, no obstante, lo reviso y al ver de qué se trata lo bloqueo.
—Estoy justo a tu lado, no es necesario que me envíes mensajes y mucho menos cadenas —la regaño, pero la rubia está concentrada en seleccionar más contactos para reenviar la cadena.
—Calla, esto para no tener mala suerte en el amor —pone una mano sobre mi boca—. Seguro no reenviaste la última cadena que te envié y por eso sucedió lo de Shean —intento reírme, pero aprieta su mano sobre mis labios, reteniéndola—. No te rías, esto es serio. Se lo enviare a papá, porque sé que la reenviara y le ira mal en el amor.
—Seguro —digo con sarcasmo y ella me fulmina.
La profesora grita que vayamos a las duchas y yo soy la primera en ingresar y sacarme todo el sudor de mí. Cuando salgo de la ducha, me enfundo en unos shorts y camiseta holgada encajada, me pienso la opción de ponerme encima la sudadera, pero hace demasiado calor, me calzo las vans y salgo junto con Sam hasta la salida. Es nuestra última clase y la verdad nos alegramos cuando vimos que gimnasia es la última.
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Un Amor Para Rachel.
Novela JuvenilRachel Crane disfruta su amistad con Shean Cooper, demasiado, es de lo más importante en su vida. Es su mejor amigo. Rachel está enamorada de Shean o eso lo que cree..., por lo que decide confesar sus sentimientos. Es por esto que Rachel en un acto...