[One-shots: FREE!]

A escondidas de Rin [parte II]

Buenas, les traigo la segunda parte de esta corta historia que tiene como protagonista a mis cúbitos de hielo!!!!

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—¡Maldito, Sousuke!— exclamó Rin tirando en su cama, su mejor amigo lo había abandonado, y ahora estaría aburrido el resto del fin de semana.

El pelirrojo envió un rápido mensaje reincorporándose en su cama, se vistió y salió del dormitorio de Samezuka.

Rin se encontraba subiendo las escaleras en dirección a la casa de su antiguo compañero de nado, Tachibana Makoto, si fuera él solo a la casa de Haru, seguro que ignoraría por completo el timbre, en cambio junto al castaño podría entrar con tranquilidad.

—Buenas noches, Rin— saludo el castaño en la entrada de su casa, ya esperaba la llegada del pelirrojo.

—¿Como vas, Makoto?— respondió el saludo el tiburón.

—Bien, nos vamos?— Rin asintió a la interrogante del mayor.

Ambos chicos caminaron en dirección a la casa del pelinegro, no les tomo ni dos minutos llegar a esta.

Como Makoto siempre hacía, entró por la parte de atrás junto con Rin.

—¡Haru!— gritó el pelirrojo mientras subía las escaleras.

Dentro de la habitación, a los pelinegros la calentura se les bajo como si les hubieran echado un valde de agua fría.

—Maldita sea— maldijo Sousuke por lo bajo mientras se apresuraba a recoger su ropa.

Mientras que Haruka se arreglaba su propia ropa ordeno a Sousuke que se ocultara.

—Debajo de la cama— ladró el pelinegro.

Un segundo antes de que Rin abriera la puerta Sousuke consiguió meter su enorme cuerpo debajo de la cama del delfín.

—Rin ¿qué haces aquí? — cuestionó Haruka nada mas entraba el pelirrojo.

—¿Así eso como me recibes?— musitó Rin ofendido — luego de que me tome la molestia de venir a salvar tu aburrido fin de semana.

“¿Aburrido? Maldición, iba a ser uno de los mejores fines de semana que he tenido en mi vida" pensó el pelinegro menor.

—No te pedí que lo hicieras— respondió.

—No seas tan frío, Haru — intervino Makoto — Rin se tomo la molestia de venir hasta aquí, se un buen anfitrión.

—Entonces, llévatelo a tu casa, Makoto— la urgencia de Haru por sacar a ese par de ahí, era mucha, su miembro comenzaba a doler por la erección que intentaba ocultar, y estaba sudando a mares.

—¡Haru!— chillo el castaño indignado por el comportamiento de su mejor amigo.

—¿Te sientes bien, Haru? Pareces tener fiebre— observo Rin, los nervios del delfín estaban a mil.

—No es nada— Haru apartó la mano de Rin, con la que intentaba medirle la temperatura.

—Si tu lo dices— el pelirrojo se resignó, y fue a echarse en la cama, Sousuke pudo ver los pies de su mejor amigo “¿Por que mierda no se pudo quedar en Samezuka?" pensó el ojician.